«Todas las calles de BCN deberían tener, como mucho, un solo carril para coches»
Cortaron la calle de Aragó de Barcelona hace año y medio para denunciar un modelo de ciudad que premia al vehículo privado. Se presentaron como Eixample Respira y Guille López es su portavoz.
—¿Ha escuchado alguna propuesta electoral de los candidatos a ‘president’ sobre cómo reducir los niveles de contaminación?
— Ni una. Vi el debate de TV-3 y no se citó en ningún momento. No he escuchado nada, así que supongo que no es una prioridad para ninguno de los candidatos.
— ¿Le sorprende?
— La política está muy alejada de la realidad. Y aunque a veces se habla del centralismo de Barcelona, creo que la inercia a nivel de Generalitat es no incluir la contaminación en la reflexión de país, como si fuera un problema local.
— ¿Por qué cree que este tema no está en la agenda política?
— Sí está a nivel municipal, pero a nivel de Govern creo que ven más costes políticos que beneficios. Seguimos atados a un modelo antiguo de progreso vinculado al vehículo privado.
— Quizá no en la política, pero sí cada vez más en la agenda ciudadana. ¿Qué ha cambiado?
— Cada vez hay más evidencias de cómo la contaminación afecta a la salud de los ciudadanos. Estamos dejando de normalizar un modelo de ciudad en el que el coche es predominante. Y también porque el confinamiento nos ha permitido ver la ciudad sin vehículos y los beneficios que esto supone en cuanto a calidad del aire y ruido. Hemos podido abrir las ventanas y respirar. Por desgracia, casi estamos como antes de la pandemia.
— ¿El coche, como la banca, siempre gana?
—Supone uno de cada cuatro desplazamientos y sigue siendo una opción para muchos por la cantidad de incentivos públicos que tiene. Creemos que una zona como el área metropolitana es donde más sentido tiene la movilidad compartida. Hay que dejar de diseñar las ciudades incentivando el coche. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que el 80% de los desplazamientos metropolitanos son de menos de 10 kilómetros. Y eso significa transporte público y sharing. Pero para eso necesitamos las infraestructuras necesarias, claro. Es insostenible que la mayoría de los coches lleven un solo ocupante.
— ¿El peaje urbano ayudaría?
— La experiencia de Milán y Estocolmo demuestra que la reducción de coches es de entre el 20% y el 30%, así que nos parece una medida racional.
«Gran parte de la vía pública se dedica a almacenar vehículos. Eso es privatizar el espacio de todos»
«Hay concejales que apoyan nuestras movilizaciones, pero no se puede estar en misa y repicando»
— No sería muy popular…
— Yo no digo que haya que eliminar coches, sino que se haga un uso más racional. Y que la gente que se mueve a diario en su vehículo privado se dé cuenta del precio que pagamos todos a nivel de salud y ruido. Y de ocupación de la calle, que debería tener un uso puramente ciudadano. Gran parte de la vía pública la dedicamos a almacenar coches. Eso es privatizar el espacio de todos, no debería estar permitido, y menos en una ciudad tan densa como la nuestra. Hay que limitar mucho las plazas en superficie y, por supuesto, bajar de las aceras todas las motos.
— Cambiar las normas del juego no será fácil.
— La culpa de ese uso irracional del coche no es del ciudadano, sino de las administraciones que llevan décadas incentivando la movilidad privada. Y no solo en espacio, también en onda verde semafórica que permite cruzar la ciudad a toda velocidad, infraestructuras millonarias, calles que son autopistas… ¿Pero qué pasa con la movilidad activa, el transporte público, andar o la bicicleta? Una Barcelona con menos coches seguirá siendo próspera y dinámica, a la vez que habitable. Y no puede ser que nos demos plazos tan amplios. En Londres, la zona de bajas emisiones ya restringe los coches que aquí no se vetarán hasta el año 2024.
— ¿Todo cambió con Greta Thunberg?
— Nosotros diferenciamos mucho la lucha contra el cambio climático y la batalla contra la contaminación y el ruido en las ciudades. Ciudadanos y planeta son dos luchas alineadas, pero el problema de la contaminación es transversal. La nuestra no es una lucha ecologista, sino en defensa de la vida de los vecinos.
— ¿Cómo es una calle ideal?
— Debe haber calles secundarias, con predominancia del peatón y del verde, y una red básica que tenga como mucho un solo carril para coches. Como decía la alcaldesa de París, que atravesar la ciudad de punta a punta sea viable pero no incentivado.
— ¿Aragó con un solo carril?
— Así es.
—Muchos concejales del gobierno de Barcelona aplauden sus movilizaciones. ¿Qué le parece?
— Pues que no puedes estar en misa y repicando. Hace falta más valentía y liderazgo político. Es verdad que los ‘comuns’ no tienen mayoría, pero sí pueden imponer ciertas prioridades.
— ¿No ve que sea una prioridad?
— Claramente no lo es. ¿Cuáles son los motivos? No lo sé. ¿Electoralismo? ¿Falta de valentía? Ellos dicen que hay plena voluntad para hacerlo pero que como son cambios complejos nos piden tiempo. Luego vemos cómo otras actuaciones se hacen muy rápidamente, como la ampliación de terrazas de bares y restaurantes. En cambio, para la pacificación de entornos escolares se dan cuatro años.
— ¿Esperaba mucho más de los ‘comuns’?
— Espero más de todos los partidos políticos.
— ¿Algún partido le ha intentado fichar?
— No.
— ¿Le gustaría entrar en política?
— No lo descarto, pero ahora con el activismo hay muchas cosas por hacer. La política está muy en la pelea de barro. Desde los barrios se puede trabajar más por los vecinos. Ahora queremos crear complicidades con otras ciudades, por eso hemos traducido la web al castellano y al inglés.
— ¿Se han visto con Ada Colau?
— Hace un año. Como con el resto de partidos, alineada con el diagnóstico, sobre todo con el tema de las escuelas nos dijo que era una cuestión personal. El problema es que las actuaciones en las calles que forman parte de la red básica son muy superficiales. No entendemos por qué el ritmo es tan lento. Falta rapidez y contundencia. No parece que sea una prioridad.
— ¿Ha hablado con los partidos de la oposición?
— Con todos. Y siempre es lo mismo. Todos están alineados en que estamos ante un problema grave. Todos están convencidos de que la ciudad cambiará, pero discrepan en cómo hacerlo. Todos nos han sorprendido de forma negativa.