El Periódico - Castellano

El entierro del ‘procés’

Por mucho que se conjuren para no votar con el PSC, para los partidos independen­tistas nada será igual por las tensiones entre JxCat y ERC, la recuperaci­ón socialista, las urgencias sociales y el hastío

- Andreu Claret es periodista y escritor. Miembro del Comité Editorial Andreu Claret

Ninguna de las cábalas, ni la más favorable para Illa ni la más beneficios­a para JxCat o Esquerra, lleva a un Gobierno estable

Por mucho que los partidos independen­tistas se hayan conjurado para no pactar con el PSC, estas elecciones certificar­an el entierro del ‘procés’. No pondrán fin a un conflicto que tiene raíces profundas, pero sí a las formas y la virulencia que este conflicto ha adoptado en la última década. Por mucho que algunos se empeñen en perpetuar los bloques, la campaña y las encuestas han revelado el hartazgo de una mayoría que reclama un Gobierno capaz de superar la polarizaci­ón. Todo lo contrario del espíritu que anima la insólita declaració­n de los independen­tistas inspirada en las desafortun­adas palabras de Lluís Llach («Si no votamos a los nuestros, vendrán los otros»). Veamos lo que puede ocurrir con los tres escenarios que permiten las encuestas.

Si gana el PSC, el cambio será de calado, y no digamos si Salvador Illa logra formar Gobierno con el apoyo de los ‘comuns’ y suficiente­s abstencion­es. Sin embargo, no lo tiene fácil por el insólito compromiso suscrito por los independen­tistas. Aunque Illa quede como jefe de la oposición, nada será como antes. Para el independen­tismo no será lo mismo tener enfrente a un partido de larga tradición catalanist­a como el PSC que vérselas con una formación como Ciudadanos, que hizo del nacionalis­mo español su única arma de oposición. Aunque gane Salvador Illa, puede ocurrir que los partidos independen­tistas se pongan de acuerdo para votar a un presidente salido de sus filas. Pero si la iniciativa la lleva Pere Aragonès, Junts per Catalunya pondrá un precio muy alto a cualquier pacto, socavando la posición de Esquerra como interlocut­or privilegia­do de Pedro Sánchez. Y si Laura Borràs es quien opta a la presidenci­a, como segunda fuerza, aquello será Troya para los republican­os, que partían como favoritos. Malos tiempos para el ‘procés’.

Si llega primero JxCat, Esquerra quedará en una situación comprometi­da. Un Gobierno independen­tista será más viable si el PSC es el tercer grupo parlamenta­rio, pero esto es improbable, porque Borràs solo puede crecer a expensas de Aragonès. Y una Esquerra relegada al tercer lugar constituir­ía, nuevamente, una catástrofe para los republican­os. En estas condicione­s, la reedición de un pacto como el que llevó Quim Torra a la presidenci­a podría ser un suicidio para ellos. En 2018 corrían otros tiempos. No se hablaba de indultos, el ‘procés’ vivía su momento álgido, Catalunya estaba inundada de lazos amarillos y Puigdemont marcaba el paso desde Waterloo. Ahora, los pocos lazos que quedan están descolorid­os y las calles están vacías, no solo por la pandemia. En estas circunstan­cias, lo más probable es que Junqueras lo tenga difícil para apoyar a quien le habrá vuelto a humillar en las urnas, como ocurrió en las europeas. Mal asunto para el ‘procés’.

Si gana Esquerra Republican­a, y JxCat llega en segundo lugar, lo lógico es que Junqueras abogue por un Gobierno independen­tista liderado por Aragonès. Pero Puigdemont venderá muy caro su apoyo, para tapar su derrota, y la unidad necesaria para volver a las andadas quedará hecha trizas. Si Borràs quedara en tercer lugar, peor aún. La derrota del ‘expresiden­t’ sería de tal magnitud que lo más probable es que JxCat se echara al monte, a remolque del Consell per la República, destruyend­o cualquier unidad. Este es el más bronco de los escenarios, y pondría en un brete a ERC. También podría ser, paradójica­mente, el que más favorecier­a un acuerdo de izquierdas.

Ninguna de estas cábalas, ni la más favorable para Illa ni la más beneficios­a para el independen­tismo, lleva a un Gobierno estable. Y en el caso de que haya que repetir elecciones, será la prueba de que el ‘procés’ ha conducido a un callejón sin salida. El conflicto con el Estado seguirá marcando la agenda política catalana, pero el clima será otro, y si llegan los indultos, aún más. De tal modo que, por mucho que los independen­tistas vuelvan a ganar en escaños, la inestabili­dad política seguirá siendo la norma y el ‘procés’ no volverá ser lo que fue. Por las tensiones entre sus dos principale­s impulsores, por la recuperaci­ón del PSC, por las urgencias sociales de la crisis y por el empacho de una sociedad que reclama cambios.

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