Un grupo muy heterogéneo
Los 33 diputados de Junts per Catalunya incluyen numerosos polemistas y muestran una divergencia ideológica notable, con figuras procedentes de sectores políticos liberales y democristianos, algunas herederas de la moderación convergente y otras cercanas
Las 33 personas que forman el grupo parlamentario de Junts per Catalunya componen una amalgama ideológica y de procedencias muy notable, que va desde exdirigentes de la democristiana Unió Democràtica a diputados cercanos a la dialéctica de la CUP.
El número dos de Laura Borràs (formalmente ocupa el número tres de la lista) es el empresario y expresidente de la Cambra de Comerç Joan Canadell. De él se recordará la frase, en plena pandemia: «España es paro y muerte, Catalunya, vida y futuro». Su independentismo es de verbo agresivo. Llamó «bluf» al candidato socialista, Salvador Illa. En ese terreno, Canadell es cercano a otra de las diputadas más beligerantes de Junts, Aurora Madaula, que ha llamado «fascista» al Ejército español y que responde con agresividad atacando a la ultraderecha cuando se le recuerdan las expresiones de supremacismo independentista de Josep Sort, presidente de Reagrupament, que acabó cesado. O su afinidad con las teorías revisionistas del Institut Nova Història, que reivindica la catalanidad de El Cid, los hermanos Pinzón, Hernan Cortés, Garcilaso de la Vega, Pizarro, Magallanes, Velázquez, Leonardo da Vinci, Santa Teresa de Jesús, El Greco...
Pero Canadell y Madaula tienen sin duda diferencias en el eje izquierda-derecha, pues el primero es partidario, por ejemplo, de la supresión del impuesto de sucesiones frente a la tesis de Madaula, que coincide con el secretario general del partido, Jordi Sànchez, en su rechazo a eliminar este tributo. El resultado final de esta contradicción es que la cuestión no aparece en el programa electoral.
La lista de Junts contiene también a personas netamente liberales, como la concejala del Ayuntamiento de Barcelona y ‘exconsellera’ Elsa Artadi. La también portavoz del partido es contraria –o lo era– a impedir por ley el aumento abusivo de los alquileres. Defendió con vehemencia su oposición a esta medida en la campaña de las elecciones municipales en
Barcelona, en las que cosechó un pésimo resultado, apenas superando el 10% de los votos.
Otro destacado diputado es Jaume Alonso-Cuevillas, de procedencia moderada en su etapa como decano del Col·legi de l’Advocacia de Barcelona, pero que ha protagonizado numerosos ataques verbales, incluida la exigencia de dimisión del ya ‘exconseller’ de Interior Miquel Buch, de su mismo grupo.
Pero, sin duda, en el capítulo de los excesos, destaca Josep Costa, que quedaría fuera del Parlament porque ocupaba el puesto 17 por Barcelona y Junts ha logrado 16 escaños en esta circunscripción. Pero Puigdemont no recogerá su acta y Costa podrá seguir en la Cámara. Este profesor universitario de Eivissa cargó en toda la legislatura contra
ERC, reclamó ceses y lanzó la caballería ante cualquier estrategia independentista que no fuera la de la confrontación y unilateralidad frente al Estado.
Costa ha dedicado un libro a defender sus tesis y desplegar su batería de ataques contra Esquerra. En una entrevista a EL PERIODICO sostenía que «miles de independentistas están dispuestos a ir a la cárcel». Entre otras perlas, propuso la desaparición de las diputaciones, tras lo cual la de Girona le tachó de «ignorante»; maniobró con Ciutadans para evitar el
protagonismo del presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent; y participó en una reunión telemática con presencia de la ultraderecha independentista.
Otra diputada que protagonizó polémicas en la pasada legislatura es Anna Erra, alcaldesa de Vic. Pidió disculpas tras un debate lingüístico en el Parlament en el que, para defender el uso del catalán, habló de personas que no parecen catalanas «por su aspecto físico o por su nombre» y a estas, dijo, debe hablárseles en catalán.
Talantes moderados
Compartirán escaño con otros perfiles absolutamente distintos, como el del todavía ‘conseller’ de Territori Damià Calvet, procedente de Convergència y de verbo templado y talante abierto a posiciones progresistas en ámbitos como la vivienda y el medio ambiente. Su apuesta más dialogante quedó claramente derrotada en las primarias para elegir candidatura en favor de Borràs.
También Meritxell Budó, procede de la cantera convergente, evita las estridencias, pero suya fue la frase de que con la independencia habría habido menos muertes en Catalunya. Cabe consignar también la presencia de Assumpció (Titón) Laïlla, que procede de Unió, pasó por el grupo de ERC de la mano de su partido, Demòcrates, y ahora recala en Junts. Fuera de Barcelona, los tres cabezas de cartel también muestran perfiles notablemente distintos. En Tarragona, el exalcalde de Reus Albert Batet se caracteriza por sus dardos a ERC y por su falta de especialización sectorial. La cabeza de cartel por Girona, Gemma Geis, es un perfil más bien técnico y de gestión en ámbitos de su competencia (universidades y política territorial) que la sitúan en un espacio de centro progresista. En Lleida, el candidato fue el aún ‘conseller’ de Empresa, Ramon Tremosa, no residente en esa circunscripción. Según un reciente perfil del digital Crític.cat, acumula declaraciones rotundas, como cuando afirmó en 2009 que «la educación pública catalana no tiene glamur» y apoyó reforzar la concertada ante una pública «sin ningún tipo de control de calidad, de costes o de resultados».