Encrucijada tras el 14-F
La posibilidad de buscar vías de entendimiento entre el PSC y ERC es una oportunidad que no debemos dejar pasar
Hemos votado. Lo hemos podido hacer, a pesar del absurdo intento de posponer la convocatoria por intereses estrictamente electorales, con las condiciones de seguridad adecuadas. La administración electoral, los servicios de la Generalitat y los dispositivos de los municipios han permitido que los ciudadanos y las ciudadanas que lo han querido hacer hayan podido ejercer libremente su derecho a voto. Los funcionarios y empleados públicos han hecho bien su trabajo. Y los ciudadanos que han ejercido su función en las mesas electorales, también.
Ha habido quien ha afirmado que el aumento de la abstención ha sido consecuencia del miedo al contagio, a pesar de que no hay ninguna duda de que las condiciones de seguridad de los colegios electorales han sido mayores que las de cualquier establecimiento donde vamos a tomar un café (cuando se puede), adonde vamos a hacer gestiones bancarias, en el supermercado o cuando nos movemos en transporte público. Sin duda, una parte de este incremento de la abstención ha sido motivada por esta prevención. Pero también es probable que una parte considerable sea la expresión del cansancio generado por el ‘procés’ y por el bloqueo político e institucional y por la ausencia de la tensión política que caracterizó la convocatoria de 2017.
No todo sigue igual
El resultado de las elecciones del domingo es de una extraordinaria complejidad y nos sitúa en un panorama inédito que no permite prever cuál será el desenlace de la gobernación de Catalunya hasta que pasen unas semanas. Las diferentes candidaturas deben digerir ahora los resultados del 14-F. Y el Parlament se ha de constituir, elegir la Mesa y, en particular, elegir al presidente o presidenta de la Cámara que deberá conducir el proceso de investidura.
El PSC, con Salvador Illa como candidato a la presidencia, ha ganado las elecciones. Es quien más votos ha recibido (más de 650.000) y, empatado con ERC, quien más diputados obtiene (33). Pero el bloque independentista alcanza aritméticamente la mayoría de escaños si sumamos ERC, Junts y CUP.
Tendrán mayoría parlamentaria si actúan como bloque, aunque han perdido en conjunto más de 700.000 votos. El PSC, en cambio, ha ganado 46.200 votos respecto a las anteriores elecciones.
Una aproximación demasiado simple de estos datos permitiría considerar que nada ha cambiado. El bloque independentista ha revalidado –y mejorado– su mayoría parlamentaria y, por lo tanto, el desenlace lógico sería la formación de un Govern de ERC con Junts, con participación en el Govern o apoyo parlamentario de la CUP. Es decir, la continuación del modelo de gobierno que nos ha llevado al mayor fracaso de nuestro autogobierno. ¿Será este el escenario?
Sin embargo, si nos fijamos con más detalle en los resultados, vemos que las cosas podrían no ser una repetición de esta fórmula de gobierno. Y es que han cambiado los actores más relevantes. En las anteriores elecciones, los liderazgos principales recaían en Junts y en Ciudadanos. Ahora, en cambio, en el PSC y en ERC. Las formaciones políticas que han defendido que es necesario un acuerdo para superar el bloqueo y que este acuerdo debe ser el resultado de un diálogo entre diferentes son las que obtienen mayor apoyo electoral.
Es cierto que la victoria de ERC sobre su competidor (Junts) es tan estrecha que se puede dudar de su capacidad de maniobra para definir una línea política con suficiente autonomía. Espero que sepan sacar rendimiento de los resultados y no caer de nuevo en la seducción de los cantos de sirena que les llegarán desde Waterloo. La subordinación de ERC al relato maximalista de Junts es, de nuevo, un riesgo. Y, en cambio, la posibilidad de buscar unas vías de entendimiento entre los ganadores del 14-F (el PSC) y los ganadores del bloque independentista (ERC) es una oportunidad que no deberíamos dejar pasar.
Las prioridades
Illa, en nombre de los socialistas, ha reiterado su compromiso de presentarse a la investidura para la presidencia de la Generalitat. Precisamente como la mejor manera de visualizar esta oportunidad. Sé perfectamente cuáles son las dificultades para encarar este camino. Pero esta es la encrucijada: o seguir como hasta ahora, o explorar nuevos escenarios.
Y es que no podemos olvidar qué es lo que tenemos delante: un país destrozado por una pandemia que aún no hemos vencido, con una gravísima situación económica y muchas fracturas internas. No podemos desviar el foco: esto es lo realmente importante.
El desenlace lógico sería un Govern de Esquerra y Junts. Pero han cambiado cosas
Los liderazgos principales recaen ahora en quienes quieren salir del bloqueo