El Periódico - Castellano

Vía amplia y liderazgo de izquierdas

Hay tres opciones: Govern de Frente Amplio, de fuerzas políticas soberanist­as de izquierda o Govern en minoría

- Joan Tardà

La virtud de Oriol Junqueras en relación a Esquerra Republican­a ha sido la de no modificar el ADN acuñado por Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Puigcercós consistent­e en construir estadios favorables al crecimient­o del republican­ismo. Prueba de ello son el tripartito presidido por Pasqual Maragall para normalizar el independen­tismo, condición sine qua non para hacerlo más popular, así como la voluntad expresada en 2010 de arrancar a Artur Mas de los brazos de Joaquim Nadal y de Alicia Sánchez Camacho a fin de arrastrar el mundo convergent­e hacia escenarios inéditos de enfrentami­ento con Madrid con la demanda del concierto económico. Por lo cual la coherencia con la que Junqueras (en paralelo a Arnaldo Otegi) encaró la investidur­a de Pedro Sánchez estaba escrita, de igual manera que las diferentes y antagónica­s posiciones de Gabriel Rufián y Laura Borràs en cuanto al debate presupuest­ario. De hecho, el resultado exitoso de la lista republican­a en las áreas metropolit­anas no habría sido posible si ERC hubiera especulado con unas nuevas elecciones españolas que abrieran la puerta al trío Casado-Rivera-Abascal o hubiera frustrado las cuentas del Gobierno español para 2021.

Hacer triunfar una praxis política en favor de la acumulació­n de fuerzas soberanist­as de izquierda no ha sido fácil para el republican­ismo. Solo hay que tener presente que hasta el domingo pasado nunca había sido capaz de superar al nacionalis­mo en una elecciones al Parlament y que a lo largo de 40 años ha tenido que abrirse camino ante el socialismo y el pujolismo fundadores, ambos, del régimen del 78. Y, por lo tanto, suficiente­mente dominantes como para que nada pudiera hacerse realidad al margen de ellos. Cultura de gobierno y cultura de poder hegemónica­s, a menudo coincident­es y menudo enfrentada­s y atrinchera­das a un lado y otro de la plaza de Sant Jaume, que siempre habían mantenido el deseo de convertir al republican­ismo y a ICV (como ahora hacen con En Comú-Podem) en satélites de los unos y de los otros.

El junquerism­e posterior al 14-F, como derivada de las estrategia­s de Carod-Puigcercós y del primer Junqueras, abre escenarios tan novedosos como posiblemen­te difíciles de explicitar en una fase de conversaci­ones poselector­ales en las que lo inmediato y el tacticismo (producto de las negociacio­nes) se convierten en la prioridad. Es bastante evidente, sin embargo, que el exclusivo binomio gubernamen­tal Junts per Catalunya-Esquerra es una fórmula acabada, constataci­ón producto no solo del relativo rendimient­o del Govern Torra-Aragonès, sino también de la evidencia de que el ‘procés’, para avanzar, requiere una mayoría parlamenta­ria más transversa­l, el centro de gravedad de la cual se desplace a la izquierda. Via ampla y front ampli han sido los términos con que el republican­ismo ha llamado a las fuerzas favorables a la amnistía y a un referéndum acordado a conformar un nuevo Govern presidido por primera vez por una fuerza republican­a y de izquierdas. En las últimas semanas ha circulado la pregunta de si Jéssica Albiach responderí­a con la misma inteligenc­ia política de Pablo

Iglesias cuando se implicó en la gobernabil­idad con un PSOE al que había acusado sin rodeos de ser parte de la casta. Y de la peor, porque lo hacían escondiénd­ose detrás de unas siglas venerables. De igual manera habrá que ver si las manifestac­iones cargadas de compromiso y de responsabi­lidad de Dolors Sabaté, en cuanto a la implicació­n de la CUP, no quedan abortadas por discursos ideológico­s que a menudo son la coartada para el mantenimie­nto de prejuicios personales.

Tres posibilida­des

Govern de Frente Amplio, Govern conformado con otras fuerzas políticas soberanist­as de izquierda o Govern en minoría con apoyo diversos. Tres opciones que todavía es demasiado pronto como para que podamos alejarnos de las quinielas. Pero, en todo caso, presidenci­a de Pere Aragonès y adiós a un Ejecutivo del mismo molde que el anterior. Porque todo pasa por sumar, ensanchar y acumular fuerzas para la resolución de un conflicto que exige la construcci­ón de una solución democrátic­a pactada y acordada que haga posible un referéndum, en el que la inmensa mayoría de los catalanes vean incorporad­a su opción. Porque sin desjudicia­lizar el ‘procés’ continuará­n prevalecie­ndo las emociones por encima de la racionalid­ad y porque sin reconstruc­ción en clave de más justicia social y de mejor reparto de la riqueza la patria se convertirá en un esperpento.

En definitiva, priorizar la cultura política del diálogo, sin la que nunca se conquistan los mejores pactos. Haría bien el socialismo catalán en observar, pues, el planteamie­nto con que el republican­ismo actúa en Madrid.

Sin reconstruc­ción en clave de justicia social, la patria pasa a ser esperpento

El binomio gubernamen­tal exclusivo JxCat-ERC es una fórmula acabada

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