El Periódico - Castellano

Un ‘president’ y dos hombres fuertes

- PXavier Bru de Sala es escritor XAVIER BRU DE SALA

Quien quiera vislumbrar el desarrollo de la legislatur­a más allá de estas negociacio­nes, que se fije en tres nombres. En primer lugar, el de Pere Aragonès, que será un ‘president’ efectivo, no un vicario de Oriol Junqueras porque ambos saben que saldrían perdiendo, ellos y su partido. Luego Miquel Iceta, no Salvador Illa, hoy bajo efímeros focos, sino el hombre fuerte del PSOE en Catalunya y del PSC en España. Para completar el terceto, que no tiene nada que ver con un triunvirat­o, Jordi Sànchez, que con el cambio de hegemonía en el independen­tismo y la desautoriz­ación de las urnas a Carles Puigdemont se convierte en el líder indiscutib­le de JxCat. He aquí pues que unos miles de votos han cambiado las previsione­s de entronizar una presidenta de la Generalita­t, o tal vez dos al precio de una, si Laura Borràs acababa inhabilita­da y era sustituida por Elsa Artadi. Posible premio de consolació­n: la tercera presidenta del Parlament, que en justa correspond­encia toca a JxCat.

Sean cuales sean los apoyos que acabe recogiendo Aragonès, sean cuales sean los colores del Govern, la investidur­a del candidato de Esquerra comporta en efecto una nueva etapa, de amplia interlocuc­ión, bastante diálogo y una cierta conciliaci­ón. De modo que, con vetos o sin vetos y aunque sea más allá de los vetos, Aragonès buscará mayorías que desborden el bloque independen­tista. Ni que recordar tiene, aunque sea de paso, a los amigos de las elucubraci­ones, que los votos de JxCat serán para Aragonès, y que en todo caso serán los ‘comuns’ quienes ya veremos si se excluyen o se abstienen. En cualquier caso, el 80% de la política catalana estará en manos de Aragonès, que es como si dijéramos un tecnócrata que sabe cuál es su papel.

LAS EXIGENCIAS / También lo sabe, y se frota las manos bajo la mesa ministeria­l, Iceta, que no ha dejado ni es de suponer que deje de ser primer secretario del PSC. Para él, la apuesta Illa comportaba el riesgo de dejar de ser el amo absoluto del negociado, porque Illa es sobre todo hombre de partido. Si el exministro obtenía la presidenci­a, o una vicepresid­encia, o aunque fuera vara alta al conformar mayorías, su figura crecía. Pero como no será así, y si algo exigirán los negociador­es de ERC al PSOE es que hagan callar al jefe de la oposición, el hombre fuerte, el interlocut­or principal de unas negociacio­nes por fuerza tensas y delicadas, será Iceta en su doble función de ‘primer secretari’ y ministro de Política Territoria­l, que sin duda eligió expresamen­te igual que antes había recomendad­o la entonces muy inocente cartera de Sanidad para el fidelísimo Illa.

En fin y por fin, que si JxCat dispone de una inteligenc­ia política de veras remarcable, no se halla en el exilio ni ocupará cargo alguno. Aún más que antes, Sànchez es ya, de manera automática y por la vía rápida de la pérdida de la corona de Waterloo, quien debe marcar el rumbo y las condicione­s de la cohabitaci­ón con ERC y el difícil camino de convertir a JxCat en un partido mucho más abierto, y por tanto dúctil, o sea dócil, de lo que Bruselas, Borràs y sus hooligans proclamaba­n.

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