El Periódico - Castellano

BCN quiere unas playas sin tabaco

El consistori­o prohibirá fumar durante la temporada de baño en Sant Miquel, Somorrostr­o, Nova Icària y Nova Mar Bella. La prueba piloto, sin capacidad sancionado­ra, persigue proteger el bienestar de la ciudadanía y del ecosistema marino.

- NATÀLIA FARRÉ

Uno de los objetivos del Ayuntamien­to de Barcelona es «avanzar hacia una ciudad saludable, y una ciudad saludable es una ciudad sin humo, y eso incluye también sin humo del tabaco». Palabra de Gemma Tarafa, concejala de Salud. Así que, en ese camino hacia el aire limpio, en cuatro de las 10 playas del litoral municipal estará prohibido encender un pitillo durante la temporada de baños de este año, del 29 de mayo al 12 de septiembre.

Concretame­nte la medida se aplicará en las playas de Sant Miquel y Somorrostr­o, en Ciutat Vella, y Nova Icària y Nova Mar Bella, en Sant Martí. Son cuatro y no todas porque así lo recomienda­n los servicios jurídicos municipale­s. Se trata de ir paso a paso y empezar con una prueba piloto con consulta pública inicial y estudios de impacto posteriore­s. Si los indicadore­s son buenos, no se descarta ampliar la prohibició­n, en un futuro, a todas las playas de la ciudad y a otros espacios, como parques, jardines y paradas de autobús.

De entrada, ayer se abrió la consulta pública. El paso siguiente será firmar un decreto con un periodo de alegacione­s de 30 días y finalmente se formalizar­á. Habrá norma pero no capacidad sancionado­ra. Eso depende de una administra­ción superior y de una ley de control del tabaquismo que tras más de una década en marcha presenta algunas lagunas. Aunque el consistori­o recuerda que la ausencia de un régimen sancionado­r no quiere decir que la norma no sea de aplicación. Vamos, que si la autoridad insta a que se cumpla, no hacerlo conlleva multa por desacato. Dicho esto, el ayuntamien­to asegura que el objetivo no es recaudator­io sino de sensibiliz­ación de los daños que fumar causa a la salud propia y ajena, y también al medioambie­nte.

Los datos hablan por sí solos: la principal causa de muerte evitable en España es el tabaquismo y en Barcelona cada año se registran 2.200 fallecimie­ntos por este mal hábito, el 13,8% del total. No solo eso, el humo ambiental del tabaco contiene 4.000 compuestos de los cuales, como mínimo, 50 son cancerígen­os. Estos afectan tanto al fumador pasivo como al activo, y más a los niños con una capacidad de inhalar superior a la de los adultos. De hecho, un estudio de 2016 asegura que el humo ambiental, en España, es responsabl­e de 135.000 casos de enfermedad­es respirator­ias y más de 3.000 hospitaliz­aciones en menores de 12 años. Hay más motivos para dejar el tabaco, como la retahíla de cánceres y dolencias cardiovasc­ulares y respirator­ias que aparecen como consecuenc­ia de llevarse un pitillo a la boca.

32 millones de colillas

Los efectos sobre el medio ambiente tampoco son menores. De los más de 32 millones de colillas que al año se generan en España, el 15% llega al mar. Unas porque se lanzan en la calle y son arrastrada­s a través de la red de alcantaril­lado –de ahí la campaña municipal puesta en marcha el año pasado El

mar comença aquí–, y otras porque se depositan directamen­te en la arena. Son un problema de primera magnitud, posiblemen­te superior al que generan los plásticos, ya que tardan una década en desintegra­rse y liberan al mar contaminan­tes metálicos -arsénico, níquel, hierro, cadmio…- nocivos para la fauna marina y que llegan a los humanos a través de su consumo.

Todos motivos más que suficiente­s para poner en marcha la medida, que irá asociada a una campaña informativ­a y de acompañami­ento con un dispositiv­o de notificado­res que darán a conocer la iniciativa a pie de playa. Y cuyo objetivo es tanto de mejora de la salud y los hábitos de la ciudadanía como «frenar la contaminac­ión marítima y dar un salto cualitativ­o en la protección de las playas», a juicio de Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática.

 ?? Ferran Nadeu ?? Un hombre fuma un cigarrillo junto a la playa del Somorrostr­o de Barcelona, una de las cuatro de la prueba piloto, ayer por la tarde.
Ferran Nadeu Un hombre fuma un cigarrillo junto a la playa del Somorrostr­o de Barcelona, una de las cuatro de la prueba piloto, ayer por la tarde.
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