Pros y contras
Amat y los detalles
Uno de los grandes aciertos del libro de Jordi Amat El hijo del chófer, este exitoso retrato áspero sobre la historia de la Catalunya de la segunda mitad del siglo XX, es su ambición literaria. De hecho, la combinación entre la voluntad de describir la evolución trágica de un personaje extremo, como Alfons Quintà, y la idea de enmarcar sus vicisitudes personales (ambición, paranoia y desmesura grotesca) en el contexto sociopolítico que nos explica cómo fuimos y, en parte, por qué estamos donde estamos. Pero, sobre todo, es el aliento de un escritor que pretende formular un discurso y que utiliza las herramientas necesarias para que sea coherente, huyendo de la simple anécdota y ascendiendo hacia la categoría, sin olvidar que Dios habita en los detalles, como decía Flaubert. Saber cuál era el menú de una comida invernal en un pueblo de la costa y, al mismo tiempo, descubrir «la mecánica opaca del poder». Gracias a un estilo y a un proyecto. Hablar del mundo a través de los cristales de la intimidad y no dejar que el zambullirse en las alcantarillas dañe la dignidad de una voz honesta, con una mirada moral que se fortalece ante los lectores de este relato subyugante.
Guerra santa
Como no teníamos bastante con la pandemia, el quebranto económico, la justicia justiciera y el conflicto territorial, ahora nos ha dado por la guerra santa. Tampoco es una sorpresa, Dios y la bandera siempre han sido muy socorridos para tapar (sin)vergüenzas. Entre la chica de la camisa azul que grita con ánimo convulso «¡El judío es el culpable!» en una concentración de neonazis en Madrid y la campaña Stop Islamización de Vox en Catalunya hemos retrocedido al medioevo ideológico. Por si aún quedaban dudas, ya las hemos despejado: la inteligencia colectiva no sigue el ritmo de los avances tecnológicos. La atracción por la barbarie es imperecedera.
Usamos las religiones para hablar de identidades. Y las identidades, para distinguirnos. No es ni bueno ni malo. Depende de si las utilizamos como un bastón para sostenernos o como una vara para atacar al otro. En la concentración neonazi de Madrid tomó la palabra un sacerdote. Ignacio Garriga (Vox) apela a sus profundas convicciones católicas. Es un gran momento para que la Iglesia se pronuncie de forma diáfana en contra de la xenofobia y la discriminación. Toda condena suma. No necesitamos más guerras santas.