Demasiado influyentes
El traslado de domicilio fiscal a Andorra de un mediático youtuber escapista causó gran revuelo e incluso indignación. Es tal el poder de persuasión de los influencers, que Sanidad recurrió a ellos para convencer a los jóvenes de que se quedasen en casa y no asistieran a fiestas para evitar contagios y la propagación del virus.
Ello pone de relieve la enorme influencia y las abultadas ganancias de quienes a través de las redes sociales captan y encandilan a centenares de miles de incondicionales seguidores y, desde luego, influyen en la construcción de la identidad propia de los adolescentes dificultando e interfiriendo la función pedagógica y educativa de padres, madres y educadores.
Si los influencers se han encumbrado como ídolos entre una multitud de adolescentes es debido en gran medida a que alguien se ha encargado de degradar su formación convirtiéndoles en gregarios estabulados, cautivos de la pantalla del ordenador y del móvil en un contexto de gradual decadencia educativa convirtiéndoles en seres moldeables para determinadas ingenierías sociales.
La desmedida adicción a la socialización virtual, a la masificación adocenada que suele desenvolverse en el terreno de la vulgaridad y la banalidad, incluso incentivando conductas autolíticas o inculcando distorsionadores y contraproducentes modelos estereotipados desplaza e incluso interfiere en la relación paterno-filial hasta el extremo de que los progenitores llegan a convertirse en auténticos extraños en el propio hábitat familiar.
Debería reflexionarse seriamente sobre la necesidad de revertir esta anómala disfunción.
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