Los parisinos reinventan sus costumbres
A lo largo de los últimos meses, las calles de París se han ido transformando, adaptándose a las restricciones que dictan el ritmo de vida de los franceses desde la explosión de la pandemia de covid-19. Aún no hay fecha para la desescalada. Museos, teatros, cafés, bares y restaurantes continúan cerrados. A las 18 horas, un toque de queda obliga a toda la población a volver a casa. La paciencia se desgasta y la moral pasa por horas bajas. Sin novedades gubernamentales en el horizonte, las alternativas ciudadanas para reavivar el ocio y la cultura empiezan a surgir en la metrópoli por antonomasia.
Desde finales de octubre, la venta de comida para llevar y la entrega a domicilio son las únicas alternativas para cafés, bares y restaurantes. «A las cinco de la tarde dejamos de vender café, tenemos que limpiar la cafetera antes de echar el cierre», informa una joven barista a la cola de vecinos que se acumula frente a su ventanilla take-away, a dos pasos de la céntrica Plaza de la República. Esta escena se repite una y otra vez todos los días de la semana.
A unos pocos metros, el gentío también se amontona delante de la puerta de un pequeño bar de barrio. El motivo de su éxito: ofrecer cerveza de barril a los transeúntes. «Puede parecer una bobada, pero se agradece poder tomar algo fuera de casa, hablar con desconocidos, intercambiar un par de bromas […] A falta de terrazas, nos conformamos con una caña para llevar», resume un vecino mientras espera su turno.
Mientras tanto, las terrazas efímeras construidas en aceras y calzadas el pasado verano empiezan a deteriorarse. Sin uso ni mantenimiento desde hace más de tres meses, las construcciones improvisadas de palets se van desintegrando a medida que avanza el invierno. Una imagen que resume la decadencia que atraviesa el sector.
La cultura, en pruebas
En el mundo del espectáculo y la cultura, las esperanzas están puestas en las diversas experiencias organizadas a modo de prueba en marzo y abril. El pasado 15 de febrero, la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, anunció la organización de dos conciertos test en París y Marsella, con 5.000 y 1.000 espectadores respectivamente. «Soy muy optimista respecto a los espectáculos donde el público permanece sentado. En el caso de los espectáculos de pie, es más complicado, por lo que estoy realizando experimentos para comprobar lo que ocurre», explicó la responsable de Cultura.
Los participantes de ambos espectáculos de tanteo deberán someterse a un test antes y después del evento con el objetivo de conocer los niveles de contagio. La misma estrategia será puesta en marcha en diferentes eventos deportivos para permitir el regreso progresivo del público a los estadios. Experimentos que podrían arrojar algo de luz sobre la futura y anhelada desescalada en el Hexágono.
No hay fecha aún para que Francia vaya volviendo a la normalidad