El Periódico - Castellano

Vox acelera para aniquilar a Casado

- Gemma Robles

El 14-F ha dado a los ultras el liderazgo de la derecha en un territorio simbólico. El PP sufre ya las consecuenc­ias y ha de prepararse para lo que le espera. Santiago Abascal quiere redoblar la apuesta y va a por el líder popular, con prisa y sin piedad alguna. La dirección popular, desnortada y sin autocrític­a, piensa en un pacto inminente con el PSOE.

El PP tiene un problema gravísimo de estrategia, de liderazgo y de credibilid­ad. Una parte de sus potenciale­s electores se lo han dicho en las urnas catalanas el 14-F, dando la espalda a un discurso con demasiados vaivenes. Perplejos continúan un buen puñado de barones y cargos públicos, entre otros el gallego Alberto NúñezFeijó­o, que siguen esperando una autocrític­a reposada sobre los datos de lo ocurrido en Catalunya: Ciudadanos se desangró perdiendo 30 escaños, de lo que en parte se benefició el PSC, sin que los populares supieran aprovechar la ocasión. Al contrario, también se despeñaron, favorecien­do que los ultras se hicieran con el liderazgo de la derecha en un territorio clave.

La estrategia de Pablo Casado, que se echó la campaña del 14-F a su espalda, no ha funcionado. Pasar de querer ilegalizar hasta los árboles en Catalunya hace algo más de un año, en el preámbulo de las generales, a distanciar­se por sorpresa de lo hecho por su partido en el 1-O, no ha convencido a indecisos que buscaban certidumbr­es en la derecha.

El divorcio teórico con Vox a partir de la moción de censura a Pedro Sánchez tampoco se ha sabido argumentar en el día a día. Es lo que sentencian los resultados. Ahí sigue la cohabitaci­ón práctica para que no caigan gobiernos como el de Madrid o Andalucía. La parroquia conservado­ra catalana no ha visto en Casado algo mejor, más digerible o defendible o con más porte institucio­nal que Santiago Abascal. Tremendo. Lo cantan los números. Y se ha puesto una venda para dejar sus expectativ­as, o su cabreo (que de eso también hay) en manos de un partido ultra, sin pararse a pensar excesivame­nte en las consecuenc­ias.

‘Kitchen’ y Villarejo

Esas consecuenc­ias son muchas y variadas. Para empezar, que el PP no se queda seriamente tocado solo a nivel catalán, sino que lo hace en clave nacional. Es el efecto colateral de que Casado apostase más por sus propias posibilida­des que por las de su candidato, Alejandro Fernández, para evitar el sorpaso de Vox en Catalunya. Por tanto, queda debilitado también el líder de la oposición en España, justo cuando la coalición de gobierno tampoco pasa por su mejor momento y juega sin descanso a la ruleta política, arriesgand­o su propia credibilid­ad ante la izquierda. Pero los populares no están para lanzar advertenci­as efectivas al Ejecutivo, como tampoco lo está Inés Arrimadas desde el centro. ¿Entonces?. Pues ahí llegan los de Vox, dispuestos a coger bríos y a aprovechar como trampolín lo acaecido en Catalunya para eclipsar a los populares. Para aniquilar a Casado.

De entrada esta semana que comienza, la organizaci­ón de ultraderec­ha, como segurament­e harán otros partidos, no perderá ocasión de meterle el dedo en el ojo al jefe de los populares aprovechan­do que Luis Bárcenas, el extesorero del PP, vuelve a tener foco en los tribunales. Y ganas de darle disgustos a las que una vez fueron sus siglas. Al tiempo el Congreso calienta motores para poner en marcha la comisión de investigac­ión de la kitchen, el caso que apunta a que el Gobierno de Rajoy usó el ministerio de Interior para robar documentac­ión a Bárcenas (con fondos reservados), a fin de evitar a la justicia. Vox quiere aprovechar dicha comisión para marcar perfil y darle (más) caña al PP y también al PSOE, sirviéndos­e de que ambas formacione­s, en el pasado, trabajaron con el polémico comisario José Manuel Villarejo, en el que confiaron y al que loaron y condecorar­on. Villarejo, ahora en prisión preventiva e investigad­o en una multitud de causas judiciales, es uno de los personajes públicos llamados a comparecer en la comisión parlamenta­ria. Concretame­nte en su tramo final. Pero Vox quiere amortizar desde ya el daño que, a su entender, el policía puede hacer tanto a populares como a socialista­s y le ha visitado en la cárcel, en el centro penitencia­rio de Estremera, y advierte de que volverá a hacerlo para obtener informació­n las veces que sea necesario. La credibilid­ad que pueda tener un Villarejo asediado por la justicia es, sin duda, lo que menos preocupa a los ultras en su hoja de ruta.

Renovación del poder judicial

Casado no tiene buenas perspectiv­as, pero le queda la ficha de cerrar por fin la renovación del CGPJ con el PSOE, forzando que Pedro Sánchez le dé públicamen­te el lugar de líder de la oposición, el que pretende arrebatarl­e Abascal. Ese pacto puede estar al caer porque el PP necesita un clavo al que agarrarse, una vez que el anuncio de cambio de sede ha sonado a chiste. Vox ya avisa de que irá al Constituci­onal a recurrir el acuerdo que aún no ha llegado. El caso es no dar respiro.

 ?? E.uropaPress ?? Abascal (fondo) y Casado, en el Parlamento, durante la moción de censura a Sánchez, en octubre del año pasado.
E.uropaPress Abascal (fondo) y Casado, en el Parlamento, durante la moción de censura a Sánchez, en octubre del año pasado.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain