EEUU tensa la cuerda con Arabia Saudí por el asesinato de Khashoggi
Biden se prepara para desclasificar el informe de la CIA que acusa al príncipe heredero saudí de ordenar el asesinato del periodista así como para «recalibrar» sus relaciones bilaterales
Cuando era todavía candidato a la presidencia, Joe Biden hizo de Arabia Saudí uno de sus ejemplos de cabecera para tratar de demostrar que la defensa de los derechos humanos y la democracia volverían a ser pilares fundamentales de la política exterior estadounidense si conquistaba la Casa Blanca. «Haremos que paguen un precio y les convertiremos en los parias que verdaderamente son», dijo el demócrata en campaña. Aquel órdago enfrenta ahora su primera prueba de fuego. Su Administración pretende desclasificar el informe elaborado por la CIA sobre el asesinato del columnista saudí del Washington Post, Jamal Khashoggi, según varios medios estadounidenses. Las conclusiones son conocidas, pero falta saber el impacto en la complicada relación entre ambos países.
La Agencia Central de Inteligencia concluyó hace dos años «con un grado elevado de confianza» que el príncipe heredero Mohamed bin Salmán ordenó personalmente el asesinato del periodista de 59 años en el consulado saudí de Estambul, según publicaron en su día varios medios estadounidenses. Khashoggi era crítico con la monarquía saudí y aquella mañana de octubre de 2018 entró en la legación para tramitar los papeles de su inminente boda con su prometida turca. No volvió a salir de allí con vida, a pesar de que uno de los hermanos de Bin Salmán le habría asegurado antes de entrar en el consulado que no tenía nada que temer, según publicó el Washington Post. Una vez dentro, el periodista fue presuntamente drogado y descuartizado. Su cuerpo nunca se ha encontrado.
La Administración de Donald Trump se negó a desclasificar el informe de la CIA para no dilapidar su privilegiada relación con Bin Salmán, el gobernante de facto de Arabia Saudí y una de las piezas fundamentales en la diplomacia triangular pilotada por Jared Kushner que desembocó en los acuerdos de normalización diplomática está a punto de volver a abrirse por obra de una Administración Biden que parece dispuesta a plantarse ante las purgas de Bin Salmán y los desmanes de su ejército en Yemen. «La intención del presidente, así como la de su Gobierno, es recalibrar nuestra relación con Arabia Saudí», dijo ayer la portavoz de la Casa Blanca. Pero el informe no se hará público hasta que Biden hable primero con el octogenario rey Salmán, según fuentes de la Administración. Salmán es todavía jefe de Estado, aunque desde hace años se rumorea que padece demencia.
No es la primera vez que se escuchan palabras semejantes en Washington. También hubo ganas de ajustar cuentas con el Reino tras los atentados del 11-S, después de que se descubriera que 14 de los 19 secuestradores de los aviones eran saudís. Pero los intereses comunes
El nuevo presidente ya ha frenado el envío de armas ofensivas a Riad para que se usen en la guerra de Yemen
de la realpolitik más cruda acabaron prevaleciendo. Washington ya no depende del petróleo saudí como dependía hace dos décadas y, por el momento, Biden se ha atrevido a frenar el envío de armas ofensivas a Riad para que sean utilizadas en la guerra de Yemen, donde su aliado ha matado a cientos de civiles.
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