El Periódico - Castellano

Cuomo, el ídolo con pies de barro

La ocultación de datos sobre muertes en residencia­s por la pandemia ha puesto en la cuerda floja al gobernador de Nueva York. Pero sus dificultad­es se han visto agravadas esta semana con una acusación de acoso sexual de una exayudante. Unos escándalos qu

- IDOYA NOAIN

Cuando Nueva York era el epicentro de la pandemia en Estados Unidos, mientras desde la Casa Blanca Donald Trump minimizaba la gravedad de la crisis, Andrew Cuomo, el gobernador demócrata de Nueva York, fue para muchos un bálsamo de confianza y empatía, icono de una gestión ejemplar. Ahora, casi un año después, el relato cobra otra forma y el ídolo muestra sus pies de barro.

Las acusacione­s de que el Gobierno de Cuomo ocultó la dimensión de la tragedia en las residencia­s de ancianos y el número de mayores fallecidos, así como la renovada indignació­n por la inmunidad ante demandas en los tribunales contra residencia­s y hospitales que Cuomo integró en el presupuest­o estatal, han puesto al gobernador en el punto más complicado de sus más de diez años al frente de Albany.

Se ha abierto una investigac­ión federal sobre lo que ocurrió en las residencia­s y legislador­es estatales, incluyendo demócratas, han puesto en marcha esfuerzos para retirarle los poderes de emergencia que le han permitido hasta ahora un control casi total de toda la gestión de la pandemia. Hay incluso llamadas, de republican­os y de compañeros de filas, a someterle a un impeachmen­t.

El escándalo y la reacción de Cuomo, que ha admitido un «error» pero ha quedado lejos de una disculpa y ha atacado duramente a sus críticos, han hecho además que se exponga su estilo agresivo e intimidato­rio.

«Tendencia a la agresión»

La semana pasada un legislador demócrata, Ron Kim, denunció que el gobernador le llamó instándole a retractars­e de unos comentario­s críticos que había hecho por el caso de las residencia­s y amenazó con «destruirle políticame­nte» si no lo hacía. Cuomo lo ha negado (y en su desmentido ha atacado a Kim, calificado desde su oficina como un «mentiroso») pero el episodio para muchos cuadra con su forma de hacer política.

Hace dos días The New York Times publicó un artículo donde, con más de tres docenas de entrevista­s, emergía el retrato de un político «talentoso y diestro» pero con «tendencia a la agresión». Una consultora que trabajó con él aseguraba que «su principal herramient­a para gobernar es crear miedo» y un antiguo portavoz de Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, lo definió como «un maestro del teatro político brutalista». El propio De Blasio, que tiene una relación difícil y tensa con el gobernador, hablando sobre la llamada a Kim dijo que era «un clásico Cuomo». «Mucha gente en el estado ha recibido esas llamadas», añadió.

El miércoles pasado se sumó al intenso escrutinio a Cuomo una acusación de acoso sexual. La hizo una antigua ayudante, Lindsey Boylan, que en diciembre ya denunció que el gobernador creaba un «ambiente tóxico de equipo» y le acusó de haberla acosado durante años, algo que entonces Cuomo también negó.

Boylan ha dado ahora los detalles que no dio en diciembre, hablando de varios episodios, de un beso no deseado y otras conductas inapropiad­as de Cuomo. «Ha creado una cultura en su Administra­ción donde el acoso sexual y el bullying son tan generaliza­dos que no solo se condonan sino que se esperan», ha escrito Boylan en Medium para añadir: «Su comportami­ento inapropiad­o hacia las mujeres era una afirmación de que le gustabas, de que debías estar haciendo algo bien. Usaba la intimidaci­ón para silenciar a los críticos. Y si te atrevías a decir algo enfrentarí­as las consecuenc­ias».

Varios legislador­es demócratas han emitido comunicado­s de condena, en unos casos más directa que en otros, del supuesto comportami­ento de Cuomo con Boylan. Desde las filas republican­as se ha aprovechad­o para pedir de nuevo su dimisión.

Aunque el caso de Cuomo es particular, no es el único gobernador de EEUU en apuros por la gestión de la pandemia, imprescind­ible dado que Trump delegó la mayoría de responsabi­lidades en los estados. Las críticas arrecian por diferentes motivos contra gobernador­es republican­os como Mike De Wine en Ohio, Greg Abbott en Texas y Charlie Baker en Massachuse­tts, pero para nadie el reto es mayor que para el líder ejecutivo de California, el demócrata Gavin Newsom.

El caso de Gavin Newson

Distintos políticos y grupos conservado­res se han puesto en marcha para destituir al gobernador en un recall, un proceso por el que, si se consigue suficiente apoyo ciudadano, se sometería a votación su continuida­d en el cargo y, si es destituido en ese referendo, se decidiría un sustituto. Aunque la iniciativa se inició por temas como impuestos, inmigració­n o la crisis de los sintecho, se ha ido adaptando a la pandemia, que ha dejado más de 50.000 muertos en el estado, más que en ningún otro del país.

nLa gestión de la pandemia también da alas a un intento de destituir al líder ejecutivod­eCaliforni­a

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Reuters Andrew Cuomo, el pasado miércoles, en una conferenci­a de prensa en Queens.

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