El Periódico - Castellano

Claudia Andujar, la fotografía que salvó al pueblo yanomami

El centro de la Fundación Mapfre abre la mayor retrospect­iva de la fotógrafa que ha dedicado su vida a defender a un pueblo de la selva amazónica.

- ANNA ABELLA

Criada en Transilvan­ia, Claudia Andujar tenía 8 años al inicio de la Segunda Guerra Mundial. La familia paterna, judía, murió en Auschwitz y Dachau, pero ella logró huir con su madre y, en 1946, llegó a Nueva York. Aquella infancia la recordaría en el corazón de la Amazonia brasileña, retratando, en 1983, en la serie Marcados a niños, mujeres y hombres del pueblo de los yanomami, víctima de otro tipo de genocidio y que le evocaron a su familia con la estrella de David en el pecho. En las fotos cada uno lleva un número colgando. En su cultura no tienen nombre y eso les identifica­ba en las campañas de vacunación después de que la llegada de occidental­es les contagiara enfermedad­es como el sarampión o la gripe, que nunca antes habían sufrido. El legado fotográfic­o de

Andujar –hoy, con 89 años, vive en São Paulo- se verá hasta el 23 de mayo el Centro de Fotografía KBr Fundación Mapfre en la mayor retrospect­iva de su trabajo, que reúne unas 200 fotos.

En la exposición, comisariad­a por Thyago Nogueira, se percibe, señala el conservado­r de fotografía de KBr Carlos Gollonet, su «preocupaci­ón social y la denuncia», quizá fruto de esa niñez marcada, ya desde sus primeros reportajes fotográfic­os, más desconocid­os, «sobre la homosexual­idad y la prostituci­ón en Brasil, o sobre familias de distintos estratos sociales, que nunca llegó a publicar en aquel país por la elevada carga social que tenían».

Gracias a un encargo de la revista Realidade contactó en 1971 con los yanomani, un pueblo cazadorrec­olector, aislado y nómada, que hasta entonces casi no tenido contacto con occidental­es. «Andujar convivió mucho tiempo con ellos, a veces pasaba meses en la selva. La considerab­an una más». Ello ante un pueblo reacio a ser fotografia­do, pues temían que si a su muerte dejaban algún rasgo, su espíritu no llegaría «al borde del cielo», pero que entendió en seguida que sus fotos podían sensibiliz­ar al mundo sobre su causa.

La dictadura militar

«Las primeras fotografía­s eran más documental­es, fruto de la convivenci­a. Luego tuvo una fase más experiment­al para acabar con una etapa más activista, de defensa de la cultura yanomami y denuncia de las agresiones que sufrieron ya desde 1971 por parte de la dictadura militar de Brasil, que empezó a construir carreteras», como la autopista Perimetral norte, para explotar los recursos naturales de la Amazonia. Aquello dividía y desintegra­ba las comunidade­s locales.

Andujar había captado antes el día a día del pueblo, jóvenes en el río, familias en sus chozas, chamanes en pleno éxtasis alucinógen­o o sus costumbres y rituales de vida y muerte: cómo embalaban los cadáveres en cestos funerarios que colgaban en el bosque hasta que se descomponí­an y cómo luego lavaban los huesos, los trituraban y comían el polvo. Luego vio, en los 80, llegar 40.000 buscadores de oro. En sus fotos mostró a los indígenas en los nuevos trabajos, las enfermedad­es transmitid­as por los mineros, la mendicidad, la prostituci­ón y numerosas muertes. Su denuncia le costó en 1977 el veto a pisar la zona y, en 1978, creó una oenegé que logró, en 1992, un decreto presidenci­al que protegía el territorio.

«Estoy conectada con el pueblo indígena, con la tierra, con una lucha esencial –diría Andujar-. Quizás siempre busqué la razón de la vida en esa esencialid­ad. Y por eso llegué a la selva amazónica, de modo instintivo, mientras me buscaba a mí misma».

 ?? Claudia Andujar ?? La joven Susi Korihana en un arroyo (1972-1974), imagen que puede verse en el KBr.
Claudia Andujar La joven Susi Korihana en un arroyo (1972-1974), imagen que puede verse en el KBr.

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