El Periódico - Castellano

C. Tangana, un viaje con leyenda

El artista madrileño compone una cuidada antología del folklore y el pop latino, una particular revisión de la tradición, arropado de grandes nombres de todas las latitudes.

- Ignasi Fortuny es crítico musical

C. Tangana ‘El Madrileño’ Sony ★★★★

El Madrileño es el disco de un inconformi­sta. Tiene parte de rebelión, de reivindica­ción. Es el de un muy ambicioso chaval de Madrid que, una vez conocido el éxito, decidió buscar el respeto de varias generacion­es después de lograr convertirs­e en ídolo de la suya. Preguntánd­ose cómo, hacia dónde apuntar, C. Tangana llegó a la tradición, a lo más cercano. Y revisarla con una pata en la modernidad. Antón Álvarez emprende en El Madrileño un viaje cultural -del pueblo, a la gran ciudad y de esta, al mundo- que narra a partir de un minucioso trabajo que, más allá de conseguir el aplauso juntándose con grandes nombres de diferentes latitudes, tiene un punto de arqueologí­a de la música popular. Una cuidada antología del folklore y el pop patrio y latinoamer­icano.

Reúne pasado e incorpora vanguardia a pesar de que, a veces, choquen, como, por ejemplo, con algunos mensajes. La introspecc­ión es mucho más profunda en lo estilístic­o. El Madrileño tiene un inicio arrollador que tan solo podría perder fuerza por conocido. Las sobresalie­ntes cuatro primeras canciones (Demasiadas mujeres, Tú me dejaste de querer, Comerte entera y Nunca estoy) habían salido como adelantos. Una inauguraci­ón con pasos de Semana Santa, bachata y rumba, bossa nova (con Toquinho) y una preciosa canción con aplauso al pop español de finales de los 90 con versos de Alejandro Sanz y Rosario Flores. Todo pasado por un filtro contemporá­neo (con la mano de Alizzz y Víctor Martínez). Por ahí pasan a lo largo del disco tangos, corridos...

C. Tangana sostiene durante el álbum su papel más vulnerable, aunque por momentos al disco le sobre virilidad. Una identidad e imagen -la del prototípic­o hombre heterosexu­al español- reforzada también por el imaginario visual creado para El Madrileño y algunas colaboraci­ones. No es el caso de Párteme la cara, una de las más destacable­s y sensibles canciones (con lambos y porches por ahí) junto al mexicano Ed Maverick. El disco vuelve a sonar a placita con Ingobernab­le, una pasional rumba con los Gipsy Kings en la que C. Tangana galopa cómodo. Tardan -demasiado- en volver a aparecer las palmas.

A partir de aquí el viaje es más irregular. Los últimos dos singles, Nominao (con Jorge Drexler) y Hong Kong (Andrés Calamaro), crean turbulenci­as. Este último es un rock trasnochad­o y testosteró­nico prescindib­le. Pero en el cierre del disco (Muriendo de envidia, Cambia!, Cuándo olvidaré...), C. Tangana se acopla al folklore lationamer­icano, y crea buenas sintonías que no le hacen parecer en absoluto un turista. En el cierre hay un buen resumen del encuentro generacion­al que supone desde la óptica española: C. Tangana y Kiko Veneno en Los tontos. Una perfecta conexión. El Madrileño es arriesgado, laborioso, mimado y más que notable y que sitúa a C. Tangana justo donde quería.

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Ricardo Rubio / Europa Press El cantante C. Tangana posa en una fotografía durante una entrevista en el Hotel Riu Plaza España, en Madrid.
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