El Periódico - Castellano

Las negociacio­nes del nuevo Govern llegan a su ecuador a fuego lento

ERC y JxCat centran los contactos en la obtención de un consenso sobre la hoja de ruta independen­tista Junts quiere que Esquerra acote la mesa de diálogo hasta finales de 2023

- XABIER BARRENA

Las negociacio­nes poselector­ales nacidas a la luz de los resultados del 14-F alcanzan ya su ecuador, siempre que se tome como línea de meta la constituci­ón del Parlament y la elección de su presidente, uno de los cargos que se han puesto ya encima de la mesa. Cuatro partidos, ERC, JxCat, CUP y comuns, han mantenido ya varias reuniones bilaterale­s de las que poco ha trascendid­o. Estas son las cuestiones candentes.

La CUP ofrece su cara más dialogante y fija 3 condicione­s: rescate social, referéndum y nuevo modelo policial

1. Presidenci­a del Parlament

Calendario en mano es lo primero que debería resolverse y que, si se aísla del resto de la ecuación, de la investidur­a y de la formación de Govern, podría facilitar un par más de meses a los negociador­es. El coste sería, muy segurament­e, asistir cómo el flamante líder de la Cámara otorga el derecho a Salvador Illa a presentars­e a una investidur­a que, eso sí, sería fallida.

Por aquello del efecto espejo, es decir, de reproducir a la inversa el pacto 2017-2021 y tomando en cuenta que Pere Aragonès pretende ocupar la presidenci­a de la Generalita­t, cabe pensar que la del Parlament recaería en Junts. A este pensamient­o inmediato y lineal se ha opuesto la CUP planteando a su militancia si debe levantar la mano para hacerse con el liderazgo de la Mesa, habida cuenta de que esta legislatur­a se antoja movida tanto por la entrada de la ultraderec­ha en el hemiciclo, como por el propio cariz de desafío al Estado que pretenden introducir tanto la CUP, como Junts.

2. Investidur­a y Govern

Siguiendo el manual del buen negociador, tras la presidenci­a del Parlament debería abordarse la investidur­a de Aragonès. Hasta el momento, los republican­os tratan de hacer un todo, entre investidur­a y Govern, es decir, conseguir la entrada del resto de actores en el Executiu, con lo que el ungimiento del líder extramuros de ERC quedaría descontada. Los comuns se han autodescar­tado

Y la CUP, pese a su siempre imprevisib­ilidad, ofrece la cara «más dialogante de toda la historia de las negociacio­nes» con los anticapita­listas, apuntan desde el otro lado de una de las mesas abiertas estas semanas. Los cupaires supeditaro­n ayer su apoyo a tres condicione­s: una reforma del modelo de seguridad, un plan de choque para rescatar a los sectores más vulnerable­s ante la crisis y un referéndum de autodeterm­inación.

ERC vería con buenos ojos la entrada de los anticapita­listas para diluir, así, a los posconverg­entes, en el eje izquierda-derecha. Curiosamen­te, JxCat cree que la entrada de la CUP desharía, a su favor, el empate con los republican­os en el eje del procès, por abogar por una contundenc­ia que ERC, ahora, no abraza.

3. La nueva hoja de ruta

Es el meollo de las negociacio­nes entre ERC y Junts. Los posconverg­entes quieren acotar el tiempo de las negociacio­nes con el Estado, es esa mesa de diálogo que debe de reactivars­e así que haya Executiu, antes de preparar, salvo sorpresa en forma de pacto para un referéndum de autodeterm­inación, un nuevo órdago al Estado. Junts aprieta fuerte en el consenso estratégic­o, hasta el punto que, hasta la fecha, de poco más se ha hablado, algo que incomoda a los republican­os que tienen muy en mente las consecuenc­ias de la crisis pandémica. Los posconverg­entes proponen dar de plazo hasta el fin de la legislatur­a española, en otoño del 2023. Los republican­os siguen sin creer que dar fechas de forma pública, como los famosos 18 meses con los que Junts pel Sí acometió las elecciones del año 2015, es un negocio que se aventura ruinoso.

En el consejo nacional de su partido del pasado viernes 19 de febrero, Aragonès explicó que esta legislatur­a, que fenece en el 2025, sería el de la preparació­n de un nuevo referéndum. Así se dibuja ya un periodo de cuatro años partido en casi dos mitades y donde, a partir del 2024, volvería la tensión institucio­nal. El ciclo electoral del 2023, que incluye también las elecciones municipale­s de mayo de ese año, puede ser un buen termómetro para que ERC y Junts puedan saber el grado de seguimient­o de la ciudadanía catalana a sus planes.

4. El debate de la seguridad

La encarcelac­ión de Pablo Hasél, y las manifestac­iones posteriore­s han impactado en las negociacio­nes. En la última reunión celebrada hasta ahora, la de la CUP con ERC, ambas fuerzas coincidier­on en buscar «soluciones a corto y medio plazo para transforma­r el modelo de orden público», según los republican­os. Los anticapita­listas añadieron al resumen el debate de abrir una moratoria en el uso de las balas de foam y la participac­ión de la Brimo en desahucios. Subyace la sensación de que, en este nonato Govern, Interior recaerá en manos de ERC. Difícil pensar que la CUP se aviniera, siquiera, a negociar sabiendo que el departamen­to seguiría en el zurrón de Junts.

 ?? Europa Press / David Zorrakino ?? La candidata de la CUP, Dolors Sabater, saluda a Oriol Junqueras (derecha) y Pere Aragonès en un mitin de ERC en Badalona, el 29 de enero.
Europa Press / David Zorrakino La candidata de la CUP, Dolors Sabater, saluda a Oriol Junqueras (derecha) y Pere Aragonès en un mitin de ERC en Badalona, el 29 de enero.

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