El Periódico - Castellano

Sean civilizado­s y hagan lo que deben

-

Es descorazon­ador observar el tapete político convertido en un set de rodaje de la pura obscenidad

Sería necesario perseguir de verdad a quien defrauda, sea rey o ciudadano en zapatillas, dejar de prostituir los organismos que deberían asegurar el buen funcionami­ento de un estado democrátic­o y ejercer de Gobierno para evitar el vandalismo en las calles.

Comer con cubiertos y manteniend­o el tronco erguido hace del mundo un lugar mejor que dejar caer la cabeza en el plato como si fuera un comedero de pienso. La civilizaci­ón es un envoltorio. Lo natural, contra lo que se pretende ahora en cada discurso, es una manera de volver a la cueva. Mejor un Turner que todas las pinturas rupestres descubiert­as y por descubrir. Cuanto más sofisticad­os, más personas, más humanos. Por eso mismo el erotismo representa un estadio más avanzado de civilizaci­ón que la pornografí­a. Y por ello, como la mayoría de los cuerpos con contadas excepcione­s, la política es mucho más resultona cuando camina bien vestida y se aleja del estado de naturaleza en la que prima la ley de la selva, el derecho de conquista y la pulsión anarcoide.

La ley de la selva

Y sí, resulta descorazon­ador observar el tapete político convertido en un set de rodaje de la pura obscenidad. Confirmar que el imperio de la ley, con el que tanto se nos alecciona, es tantas veces un eufemismo para referirse a ley de la selva que sigue regiamente rigiendo. ¿Quién puede creer en España a estas alturas que la Agencia Tributaria no ha dado un trato de favor al rey emérito? ¿Quién, que no sea un cínico, puede alzar la voz para asegurarno­s que todos somos iguales ante el fisco? ¿Cómo hacemos para escapar a la sensación de que esto sigue funcionand­o de tal modo que a unos nos toca ser rebaño y a otros pastores?

Se entiende la vocación monárquica de muchos, se comprende la voluntad de diferencia­r entre la persona e institució­n. Pero solo puede atribuirse a una mentalidad netamente reaccionar­ia -nada que ver con conservadu­rismo o progresism­o- justificar y tratar de naturaliza­r que a día de hoy no haya en España una investigac­ión sobre la real anarquía de las finanzas de Don Juan Carlos I y sus -hay que escribir la palabra que sigue- supuestos delitos fiscales; y que se siga vendiendo como un gran sacrificio de voluntad reparadora las respectiva­s regulariza­ciones -las suponemos infinitasq­ue van permitiénd­osele, escampando la sospecha de que el monarca emérito cuenta con el mejor asesor fiscal posible porque a fin de cuentas es el que debiera perseguirl­e.

Más impudicia. La manera de negociar el Consejo del Poder General entre PSOE y PP nos devuelve -nunca nos hemos marchadoal derecho de conquista y al asesinato con ensañamien­to de la separación de poderes. Póngame aquí un progresist­a, quíteme allá un conservado­r, véteme esos dos podemitas y súmeme este que me hizo, no un favor, sino dos. Con este espectácul­o, ¿cómo nos tomamos en serio las letanías sobre la independen­cia del poder judicial? ¿Qué hacemos con todas las monsergas y discursos sobre la necesaria modernizac­ión de España? ¿Cómo se crítica luego a quien cuestiona que la democracia española camina sobre andamios demasiado frágiles? Vergüenza, señorías, vergüenza.

El no Govern y la dejación de funciones

Y de vuelta a Barcelona la foto del no gobierno de la Generalita­t y la pulsión anarcoide que va aparejada a su dejación de funciones. Llevan tanto tiempo adorando el santo de la independen­cia por la peana de la desobedien­cia que ya no existe ninguna reserva de autoridad moral en el Ejecutivo para obligar a nadie a obedecer nada.

Por eso se esconde el Govern cuando se saquean los comercios. Porque toda desobedien­cia, todo incumplimi­ento de la ley, tiene ya una justificac­ión moral en Catalunya tras tantos años socavando desde las institucio­nes cualquier legitimida­d del ordenamien­to jurídico y martillean­do sin compasión para derrumbar todo vestigio de valoración positiva del presente para poder justificar una revolución imposible que por un tiempo fue de las sonrisas y que ahora es la del mal humor y la frustració­n. Entre la ley de la selva de algunos, la ley de conquista de otros y las ensoñacion­es anárquicas más cercanas, anda el ciudadano manejándos­e con el covid19 y sus consecuenc­ias, soportando restriccio­nes, viendo cómo el futuro se ennegrece y confirmand­o que cada día es más difícil mantener la ilusión de creer que llegará un día en el que alguien se decidirá a hacer su trabajo. Perseguir de verdad a quien defrauda, sea rey o ciudadano en zapatillas; dejar de prostituir los organismos que deberían asegurar el buen funcionami­ento de un Estado democrátic­o o ejercer de Gobierno para evitar el vandalismo en las calles de ciudades y pueblos no sería suficiente, pero sería de gran ayuda para que nos pareciera más sólido el firme que pisamos. Y también más civilizado.

 ?? Nadeu David Castro / Ferran ?? Arriba, el rey emérito, Juan Carlos I, en 2014. Junto a estas líneas, vandalismo en una manifestac­ión por la libertad de Hasél en Barcelona, el pasado 18 de febrero.
Nadeu David Castro / Ferran Arriba, el rey emérito, Juan Carlos I, en 2014. Junto a estas líneas, vandalismo en una manifestac­ión por la libertad de Hasél en Barcelona, el pasado 18 de febrero.
 ??  ??
 ?? Josep Martí Blanch ??
Josep Martí Blanch

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain