El Periódico - Castellano

Nuevas vidas a pocos kilómetros de la ciudad

- PATRICIA CASTÁN

Cientos de barcelones­es hallan en la crisis sanitaria un trampolín para dejar atrás la capital catalana y buscar más calidad de vida. El teletrabaj­o, la desconexió­n temporal con los colegios o el ansia de mejores hogares han influido a la hora de cortar los lazos con Barcelona.

«Desde agosto, solo recuerdo dos fines de semana en que no hayamos podido comer en el jardín», explica Laura Asenjo, que aún se pellizca para reconocer su nueva vida pospandemi­a, en una acogedora casa adosada de Sant Vicenç de Montalt. Junto con su marido, Lluís Taverner, y a unas pocas casas de distancia, sus amigos Àlex Marimon y Montse Ortega, forman parte del creciente colectivo de barcelones­es literalmen­te exiliados a otros puntos de la provincia poco después del confinamie­nto. «Lo que ha pasado nos ha hecho romper límites mentales alrededor de los niños, los colegios y el trabajo», resume Lluís, visiblemen­te feliz con esa reinvenció­n vital.

El Maresme está siendo uno de los destinos estrella de urbanitas ávidos de un cambio de aires. Lo certifica Maite Socies, de Finques Vives, especialis­ta en la zona, tras haber vendido decenas de hogares a estas y otras familias barcelones­as en los últimos meses. «Decían que habría otra crisis inmobiliar­ia, pero desde el confinamie­nto he vendido incluso casas que enseñaba virtualmen­te a familias de Barcelona; hay una gran demanda en esta zona», relata, en alusión a las llamadas Tres Viles (Sant Vicenç de Montalt, Sant Andreu de Llavaneres y Caldes d’Estrac), donde también vuelan los pisos de alquiler,

como está sucediendo por casi toda la comarca. «Me encanta cruzarme a los nuevos vecinos en el pueblo y que comenten lo satisfecho­s que están», cuenta la comercial.

Sin estrés ni ruidos

Lluís y Laura tenían una vida común forjada entre la parte alta del distrito de Les Corts y Sant Joan Despí -«una extensión de Barcelona»-, de la que recuerdan «madrugones, estrés, ruidos y una hora de coche» para que él llegase a su trabajo en Granollers, y 35 minutos para dejar a los niños, de 6 y 13 años, en la escuela. Pero el parón por la pandemia les hizo resetear sus esquemas y flipar con «lo diferente» que estaba siendo el confinamie­nto para unos amigos que ya residían en Sant Vicenç. «Ellos estaban mucho menos afectados».

Esa recomendac­ión fue el estímulo para empezar a buscar hogar desde finales de mayo en la zona, que pese a ser de las más cotizadas y con mayor renta por cápita de Catalunya, aún ofrece «casas por el mismo precio que en Barcelona tendrías un piso». Lo mismo sucedió con Àlex y Montse, que ya tenían familia en Caldetes y optaron por dejar su piso urbano en pos de una nueva etapa junto al mar. «Vimos que nos salía mejor una hipoteca aquí que el alquiler en la Bonanova, donde estábamos por el colegio»,

Se valora mucho la calidad de vida, el ritmo ‘slow’ y las escuelas con menos alumnos

cuenta esta empresaria, que ahora exprime el teletrabaj­o y solo va a la ciudad dos días por semana. Su marido llega más rápido que antes a su trabajo en el Fòrum, al no tener que cruzar la urbe. «Lo vimos claro en el confinamie­nto, cuando buscábamos el sol desde la ventana». Ahora tienen jardín, terrazas y una piscina comunitari­a que disfruta su hijo de nueve años.

Y es que un factor decisivo para estas familias ha sido el escolar. «Hemos dejado atrás colegios de pago y con más niños por clase», coinciden, tras descubrir la fuerza de la escuela pública en municipios pequeños bien gestionado­s. Los pequeños acuden al Sot del Camp, «a dos minutos a pie», un centro con vistas al mar que elogian por su calidad y trato personaliz­ado. «Son solo 19 niños en clase, nadie es un número más», dice Taverner. El mayor también estrenó instituto a unos pasos de casa.

Los cuatro hablan una y otra vez de «calidad de vida», integració­n en la comunidad residencia­l y servicios cercanos. Aluden a un ritmo

slow, donde la proximidad y la interacció­n familiar y con amigos es más fácil, y la proximidad de Barcelona facilita otros servicios puntuales. Acaso añoran a los abuelos, pero los disfrutan en fin de semana, con una sensación «vacacional» por la proximidad de la playa.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain