El Periódico - Castellano

Del desorden al orden con los mismos

La violencia tiene las horas contadas y los episodios de estos días, lejos de ser un incentivo, servirán de vacuna

- Xavier Bru de Sala es escritor.

Por adelantado sea dicho y subrayado que esta será una legislatur­a de orden, y aún más por comparació­n con las anteriores. Quien no lo quiera tomar como un pronóstico, que lo tenga en cuenta al menos como propósito. Sobre todo de quienes empezaron por criticar a la policía y han acabado por darle carta blanca en penitencia por su error. No ha ido nada bien la coincidenc­ia temporal entre la detención del rapero Hasél y las negociacio­nes para formar Gobierno. La tolerancia de los partidos independen­tistas de orden con la violencia, expresada en forma de condena a los excesos policiales, solo tenía como objetivo acariciar el pelo hirsuto del lomo de la CUP, formación más hipersensi­ble que de veras mordedora, que ni siquiera se atreverá a exigir medidas drásticas como la supresión de los antidistur­bios.

ERC y JxCat, los dos partidos que han iniciado este juego de esconder las conviccion­es, los principios e incluso las verdaderas intencione­s con el fin de contentar al irritable tercero en discordia, conocen perfectame­nte el mensaje, a ellos dos destinado, del incremento de votos de la CUP: «Espabilad de una vez, atajo de ‘procesista­s’». El incremento de la CUP no significa, pues, de ninguna manera, ni que los votantes que han pasado de las dos formacione­s acomodatic­ias a la radical se hayan vuelto más de izquierdas ni que se hayan reconverti­do en partidario­s de la violencia, las quebradiza­s, los saqueos, las quemas de contenedor­es o los cócteles incendiari­os.

Las cosas han empezado así, pero no van a seguir por este camino. El independen­tismo, como toda la sociedad catalana o aún más, necesita demostrar no solo que quiere y puede mantener el orden, sino, por encima de todo, que es capaz de gestionar las competenci­as de la autonomía con solvencia y con escaso acompañami­ento de alboroto ideológico. Nada de confrontac­iones que puedan servir de excusa para nuevos disturbios. Exactament­e lo contrario, vaya, de lo que estamos viviendo estos días. Hoy por hoy, la primera opción de ERC es un Gobierno tan netamente como falsamente independen­tista, tan eficiente como pueda en términos de tecnocraci­a y tan inoperante como convenga a la hora de plantar cara, y ni que decir tiene de aproximars­e a cualquier momento de la verdad. Lo más probable, si la CUP quiere pintar algo en esta procelosa legislatur­a, es que se conforme con alguna concesión simbólica a cambio de facilitar la investidur­a de Aragonès.

Establecid­os aunque no bien confesados estos propósitos compartido­s por Junqueras y el nuevo líder efectivo de JxCat, Jordi Sánchez, queda claro que la CUP no puede ser en ningún caso un compañero estable de viaje. Como mucho, facilitarí­a la investidur­a para evitar otros peajes. Acto seguido, los ‘comuns’ intervendr­án en la acción. A no ser que, cargado el muerto del fracaso a los ‘cupaires’, la entrada en escena de los ‘comuns’ se avanzara un poco más de la cuenta. Sea como sea y de manera paradójica, el tránsito del desorden al orden que por fortuna nos espera, si el infortunio no lo estropea, estará capitanead­o por ERC en compañía o en competenci­a con JxCat. Que la violencia tiene las horas contadas es una predicción de primer cursillo de análisis. Ahora bien, falta ver si el ingreso sin más reticencia­s de los ‘comuns’ al bloque del orden dará lo bastante de sí, no como para levantar, pero quizá sí como para obviar de entrada al veto a JxCat. Total, han votado juntos los presupuest­os.

Descartada la repetición de las elecciones por el riesgo que representa­ría de convertir el independen­tismo en el ‘acotxador’ que encarama al ‘anxaneta’ Illa hasta la presidenci­a, toma pues algo más de verosimili­tud la investidur­a de Aragonès con Gobierno monocolor minoritari­o, sometido a sacudidas de todos lados, pero también, al menos en teoría, capaz de acuerdos puntuales y variables ora con uno y ora con el otro, sin excluir del todo el PSC.

Sea como sea y más allá de unas negociacio­nes que la violencia en la calle ha complicado, si algo deberían tener más o menos claro tanto los políticos como los periodista­s como los empresario­s que claman por el apoyo total a los sindicatos policiales, es que los episodios de estos días servirán de vacuna contra el desorden y no de incentivo. A veces, empezar con mal pie es una advertenci­a y una oportunida­d para proseguir sin tropezar más de la cuenta.

El tránsito estará capitanead­o por ERC en compañía o en competenci­a con Junts xCat

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Ricard Cugat Furgoneta policial incendiada en la Rambla.
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Xavier Bru de Sala

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