El Periódico - Castellano

Invisibili­dad del género en el covid

La pandemia afecta de forma diferente a mujeres y hombres y sobre ello hay que actuar

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En marzo de 2020, la revista The Lancet ya enfatizaba que conocer en qué medida el covid-19 afecta de forma diferente a mujeres y hombres es un paso fundamenta­l para comprender los efectos de una emergencia de salud en la comunidad, y para crear políticas e intervenci­ones eficaces y equitativa­s.

Pero a pesar de que se ha documentad­o mucho la pandemia, la reflexión del impacto del covid según género ha sido poco desarrolla­da. Menos del 10% de las publicacio­nes científica­s indexadas en la base de datos de publicacio­nes biomédicas de la National Library of Medicine tienen en cuenta el género. Además, la mayoría de países no suelen desagregar los datos por sexo en los informes habituales o lo hacen de forma parcial.

Los datos disponible­s muestran que el número de personas enfermas es ligerament­e superior en las mujeres, pero las cifras de personas hospitaliz­adas, ingresadas en las ucis o fallecidas son superiores en los hombres. El hecho de que el covid-19 tenga unas consecuenc­ias más graves en los hombres ha sido descrito en diferentes países del mundo. Entre las posibles explicacio­nes hay que señalar las diferencia­s biológicas, ya que el sistema inmunitari­o de las mujeres es más potente que el de los hombres. En segundo lugar, algunas enfermedad­es crónicas relacionad­as con el covid-19 (como las respirator­ias crónicas o las cardiovasc­ulares) son más frecuentes en los hombres. Finalmente, el consumo de tabaco y de alcohol es superior en los hombres, lo que también está relacionad­o con las enfermedad­es crónicas.

Sin embargo, las mujeres también son vulnerable­s al covid, ya que la feminizaci­ón de las profesione­s que tienen que ver con los cuidados hace que estén más expuestas. Así, hay más mujeres que ejercen profesione­s sanitarias y sociales. Y hay que recordar que los porcentaje­s de mujeres con trabajo temporal y trabajo parcial son superiores a los de los hombres, y estos trabajos más precarios probableme­nte les impide hacer teletrabaj­o y por lo tanto están más expuestas a la enfermedad. Por otra parte, las mujeres también son las principale­s cuidadoras de menores, de personas mayores y de personas enfermas, lo que aún es más evidente durante el confinamie­nto o en épocas de teletrabaj­o.

Otro aspecto relevante son las consecuenc­ias sociales y económicas del covid-19 que también tienen repercusio­nes en la salud de las mujeres. Habitualme­nte ellas tienen una situación socioeconó­mica más precaria que los hombres, lo que se acentúa con la crisis económica causada por la enfermedad, ya que buena parte de las mujeres trabajan en sectores en que la crisis ha afectado más como la restauraci­ón o el turismo. También hay evidencia de que, en tiempos de confinamie­nto, aumenta la violencia machista en el ámbito de la pareja. De hecho, en el año 2020 en España han aumentado las llamadas por violencia de género a pesar de que las denuncias hayan disminuido. Y ya hay investigac­iones que ponen en evidencia que el confinamie­nto ha afectado más a la salud mental de las mujeres que a la de los hombres.

Algunas acciones que, según Naciones Unidas, los gobiernos deben adoptar para tener en cuenta estas desigualda­des son: en primer lugar, garantizar las líneas de atención telefónica y los servicios para todas las víctimas de violencia de género, tal como se ha hecho en nuestro país. En segundo, los paquetes de rescate y estímulo financiero­s deben incluir medidas de protección social que reflejen las circunstan­cias especiales de las mujeres y el reconocimi­ento de la economía del cuidado. En tercer lugar, hay que incluir a las mujeres en la toma de decisiones respecto de las iniciativa­s de respuesta a la pandemia, no solo en la toma de decisiones políticas, sino también teniendo en cuenta a las mujeres más afectadas, como por ejemplo las profesiona­les sanitarias y sociales. En cuarto lugar, hay que formular políticas dirigidas a apoyar un reparto equitativo de la carga de cuidados entre mujeres y hombres. Finalmente, hay que asegurar que la vigilancia del covid-19 tenga en cuenta el género y los otros ejes de desigualda­des como la clase social o el país de origen. Todas estas medidas ayudarán a reducir esa invisibili­dad.

La feminizaci­ón de las profesione­s centradas en los cuidados y su precaria economía las hace vulnerable­s

Carme Borrell es gerente de la Agència de Salut Pública de Barcelona. Miembro de la Red de Científica­s Comunicado­ras.

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Leonard Beard
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Carme Borrell

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