El Periódico - Castellano

Nuevos y viejos hábitos

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Cada vez está menos claro qué dicen los votos de la HFPA sobre la tele de nuestro tiempo, pero, mal que pese a quienes amamos el medio, sus votos importan y pueden determinar el progreso de estrellas y creadores; en otras palabras, la clase de series que podrían producirse en el futuro. Aún deben tenerse en cuenta, aunque no sean reflejo alguno de una era televisiva.

La lluvia de premios para The crown parece, sobre todo, un reflejo de la obsesión de este grupo por la cultura de la celebridad: recordemos que esta es la temporada de Carlos y Diana, de una historia pública de corazones rotos y escándalos cegadores. También del convulso inicio de la era Thatcher, encarnada por una gran Gillian Anderson que ha logrado su segundo Globo tras ser premiada en 1997 por Expediente X.

A los miembros de la HFPA les encanta condecorar a veteranos representa­ntes del star system, pero esta vez han optado por jóvenes cachorros: además de los Carlos (Josh O’Connor) y Diana (Emma Corrin) de The crown, ha salido victorioso el policía Leroy Logan (John Boyega) de Rojo, blanco y azul, aunque con este último premio cabe discutir si el rol es secundario (no, es el protagonis­ta) y si Small axe es una miniserie.

De Netflix viene la gran ganadora y también la gran perdedora, Ozark, cuyo Jason Bateman se ha quedado sin premio al mejor actor por tercera vez consecutiv­a. En el caso de Bob Odenkirk, ya es la cuarta vez que vuelve a casa (o, básicament­e, se pone el pijama) sin Globo por la mejor serie actual: Better call Saul. Matthew Rhys, nuevo Perry Mason, ha perdido un premio que debió llevarse seis veces por The americans.

En comedia, la HFPA solía destacar por premiar a talentos frescos y adelantars­e a los Emmy. Pero, como en estos últimos, ha acabado

ganando la temporada final de Schitt’s Creek, una serie hasta ahora ignorada por los Globos. El reciente pequeño fenómeno Ted Lasso ha sido reconocido con un premio al mejor actor de comedia para Jason Sudeikis, quien realmente brilla en cada escena con su optimismo y su solo levemente disfrazada melancolía interior.

En miniserie, se veían venir los premios para Gambito de dama y su protagonis­ta, Anya TaylorJoy, pero no tanto el Globo al mejor actor para Mark Ruffalo por La innegable verdad: su interpreta­ción de dos torturados gemelos, uno esquizofré­nico, ha sido menos vista que la de Hugh Grant como narcisista sociópata en The undoing. Sin quitar mérito a la labor de Ruffalo, es un poco el clásico reconocimi­ento a la transforma­ción física: para ejercer como el inestable Thomas, la antigua Masa engordó casi 14 kilos e ignoró su rutina de hidratació­n facial durante una temporada.

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Juan Manuel Freire

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