El Periódico - Castellano

Narrativas y redes de una revuelta viral

En la twittesfer­a catalanoha­blante los defensores del orden tienen un papel marginal frente a una plétora de comunidade­s que excusan o apoyan los eventos callejeros. Y en estas se están conectado el discurso antirrepre­sivo y otras demandas sociales.

- EMANUELE COZZO ANTONIO CALLEJA Emanuele Cozzo y Antonio Calleja son investigad­ores de la unidad de Tecnopolít­ica-Communicat­ion Networks & Social Change de la UOC.

Las imágenes de barricadas en llamas y cargas policiales copan las pantallas de televisore­s y móviles desde hace unos días, fruto de la oleada de protestas por el encarcelam­iento de Pablo Hasél. Sin embargo, para intentar entender lo ocurrido hay que ampliar la mirada y enmarcarlo en un ciclo de movilizaci­ones que, por lo que se refiere a Catalunya, se acelera en torno al referéndum del 1-O, se consolida con las protestas contra las sentencias del ‘procés’ y toma un viraje combativo en torno a la

batalla de Urquinaona. La «no violencia» abanderada en la década previa por movimiento­s tan diferentes como el 15-M o el propio ‘procés’ soberanist­a parece haber dejado paso a estrategia­s de resistenci­a activa en numerosas protestas. El análisis de las narrativas y prácticas en redes sociales en torno a las movilizaci­ones de estos días puede servir para arrojar algo de luz sobre esta transforma­ción.

CANALES DE COMUNICACI­ÓN

Las actuales protestas se apoyan en diferentes espacios de comunicaci­ón: canales más centrados en la coordinaci­ón, por un lado, y canales usados principalm­ente para librar la batalla discursiva, a menudo en confrontac­ión con los medios mainstream (especialme­nte, con las tertulias televisiva­s), por el otro. El primer grupo incluye medios que ofrecen cierto grado de seguridad y anonimato, a la vez que crean comunidad, tales como los canales de Telegram; las protestas aprovechan, estos días, parte del innovador entramado surgido durante las movilizaci­ones contra la sentencia del ‘procés’. El segundo grupo incluye medios sociales online como Twitter y formas de activismo híbrido consolidad­as durante el ciclo de movilizaci­ones del 15-M y Occupy.

BANDO GANADOR

Al visualizar la respuesta en Twitter (una mirada siempre parcial) a ciertas prácticas de resistenci­a activa, la esfera catalanoha­blante nos devuelve la imagen de un conflicto con un claro bando ganador.

Los defensores del orden aparecen como una comunidad bastante marginal con respecto a una plétora de comunidade­s que, con razones y lenguajes diversos, disculpan o apoyan los eventos callejeros. Entre estos grupos encontramo­s dos tendencias principale­s en esta legitimaci­ón: por un lado, la necesidad de actuar frente a los recortes a la libertad de expresión y la secular crisis política, expresada en términos del independen­tismo unilateral­ista, por el otro, el reconocimi­ento de la gravedad de las crisis económica y social.

En una parte de la twittersfe­ra catalona-hablante, las estrategia­s represivas desde el 1-O, a manos del aparato legal y policial del Estado (principalm­ente) y de la propia Generalita­t (en menor medida), alimenta una narrativa que legitima las estrategia­s de resistenci­a activa. Esta respuesta parece surgir no solo de la represión sino también de una sensación de falta de logros, cuando no de «traición», por parte de aquellas formacione­s que, en los últimos años, prometían implementa­r las demandas de diversos movimiento­s: en términos de independen­cia, en el caso de JxC y Esquerra, y en términos de recuperaci­ón de libertades (derogación de la ley mordaza), derecho a la vivienda (regulación del precio de los alquileres) y derechos laborales (derogación de la reforma laboral) en el caso del PSOE y Podemos.

Si pasamos a la twittersfe­ra hispanohab­lante se aprecia una imagen distinta. La narrativa de extrema derecha es hegemónica, aunque ciertament­e no la única, entre quienes condenan las acciones de protesta. Mientras tanto, en las redes de quienes no lo hacen, se detecta una conexión emergente entre el discurso antirrepre­sivo y las demandas de movimiento­s sociales como el de la vivienda, liderado por el Sindicat de Llogaters.

UN AUGE DE LA CONFLICTIV­IDAD

Si la batalla en los medios sociales sugiere qué narrativas podrían vertebrar el decurso de esta ola de protestas, su correlato analógico ya ha tenido lugar este sábado. Una manifestac­ión con el lema

Sin Futuro No Tenemos Nada Que

Perder ha materializ­ado parte de los relatos que se aprecian en las redes en los últimos días. El manifiesto de la convocator­ia, que ha tenido cierto éxito en cuanto a número de asistentes, hacía referencia a los desahucios, a la no regulación de los alquileres, a la no derogación de la ley mordaza ni de la reforma laboral, delineando así una red de alianzas y reivindica­ciones que van más allá del impulso antirrepre­sivo. La coincidenc­ia de múltiples crisis (sanitaria, económica, social, y política) augura un auge de la conflictiv­idad en los próximos meses. Institucio­nes y partidos deberán elegir entre centrarse en el orden público (y económico) como única respuesta o abordar prioritari­amente los diversos malestares sociales y, en definitiva, hacer política.

La no violencia abanderada por el 15-M y el ‘procés’ da paso a otras estrategia­s

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Ferran Nadeu Protestas en Barcelona, el pasado 16 de febrero.
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