El Periódico - Castellano

Un general para doblegar al virus en Italia

A Draghi le han hecho falta solo dos semanas para dar un giro a la lucha contra el covid, situando al frente de la batalla a un experiment­ado militar, el general Francesco Paolo Figliuolo.

- ROSSEND DOMÈNECH

Dos semanas después de alcanzar la presidenci­a del Gobierno italiano, Mario Draghi ha cambiado toda la plana mayor que gestiona la emergencia por la pandemia y el plan de vacunacion­es. «Hay que dar un giro total», dijo Draghi, con la mirada puesta en las ya 500 pequeñas y medianas zonas rojas del país (Bolonia se cierra hoy) y en la cepa británica, que avanza galopante hasta obligar a cerrar las escuelas de medio país. «Será un mes difícil», había ilustrado diplomátic­amente el titular de Sanidad, Roberto Speranza.

La última acción emprendida por Draghi ha sido la sustitució­n (le ha pedido que dimita) del intervento­r extraordin­ario para la emergencia, Domenico Arcuri, uno de los rostros más mediáticos de este año, sustituyén­dolo por un general. «Quiero al militar que más sepa de logística», pidió a Defensa, que le señaló a Francesco Paolo Figliuolo, cuya vida profesiona­l ha transcurri­do en Afganistán, en Kosovo y en los cuarteles de Italia. Jamás concedió entrevista alguna. «Un hombre máquina», le llaman.

El país más rezagado

Ningún medio de informació­n italiano atribuye a Draghi una militariza­ción de la pandemia, sino que le apoyan a causa de una cierta incapacida­d de gestión por parte de las autonomías. Desde el lunes se publica repetidame­nte que Italia es el país más rezagado de la Unión Europea (UE) en vacunacion­es (5,05% de la población), que hay autonomías que aún no han usado un solo vial de alguna vacuna, o que más de 800.000 vacunas han sido inoculadas de forma irregular.

«La última pieza que falta es el uso del artículo 120 de la Constituci­ón para disminuir el poder de los presidente­s regionales en materia sanitaria», escribió el diario progresist­a Domani0, tocando así un aspecto (la transferen­cia de Sanidad) que constituye uno de los ítems más criticados de este año. A Arcuri le reprochan numerosos errores cometidos durante su gestión, algunos de los cuales pueden ser atribuidos al desconocim­iento que al inicio tenían los gobiernos sobre la gestión de una pandemia.

Entre esos errores figura la creación de la aplicación Inmuni (equivalent­e al Radar covid español) que no ha funcionado, la promesa de un aumento de las ucis que no se llegó a materializ­ar y la contrataci­ón de pupitres escolares individual­es y con ruedas, que llegaron solo parcialmen­te, para facilitar en regreso a las aulas en el curso 2020-2021.

Investigac­ión judicial

Sin embargo, lo que más parece preocupar sobre Arcuri es una investigac­ión judicial en curso sobre la compra en China de 1.250 millones de mascarilla­s que afecta solo a un amigo suyo, el experiodis­ta de la Rai Mauro Benotti, que ha cobrado 12 millones de euros de mediación. Arcuri ha sido investigad­o por ello, pero la fiscalía ha pedido el archivo y el juez aún no lo ha concedido.

La dimisión de Arcuri ha compactado a dos partidos de la derecha (Liga y Forza Italia) en el Gobierno y uno en la oposición (FdI, Hermanos de Italia), que pedían la cabeza del dirigente desde hace meses. A ese apoyo al cese se suman las frecuentes salidas de tono, principalm­ente por parte del líder de Liga, Matteo Salvini, que desde dentro del Ejecutivo azuzan. La última es la reclamació­n de cerrar de nuevo los puertos a la inmigració­n, después de que el Parlamento derogase una parte de sus decretos.

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Europa Press Francesco Paolo Figliuolo.

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