El Periódico - Castellano

EEUU sanciona a Rusia por el envenenami­ento de Navalni

Moscú avisa de que responderá con reciprocid­ad a la decisión de Washington, que atañe a siete altos funcionari­os y 14 empresas

- RICARDO MIR DE FRANCIA MARC MARGINEDAS

Estados Unidos impuso ayer sanciones a Rusia por el envenenami­ento y posterior arresto de Alekséi Navalni, poco después de responsabi­lizar a sus servicios de inteligenc­ia de orquestar el intento de asesinato del opositor ruso. Las medidas punitivas de la Administra­ción de Joe Biden, que se comprometi­ó durante su campaña a endurecer la postura estadounid­ense hacia los abusos de los derechos humanos del Kremlin, llegan un día después de que la Unión Europea y el Reino Unido aumentaran las sanciones impuestas en octubre.

Horas antes del anuncio, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, advirtió que su país no permanecer­á de brazos cruzados y responderá a las medidas estadounid­enses. «Habrá una reacción, por supuesto; una de las reglas de la diplomacia es la reciprocid­ad», aseguró en tono contundent­e el titular ruso de Exteriores en declaracio­nes reproducid­as por la agencia Ria Nóvosti. Siguiendo la misma línea argumental se expresó también el Kremlin. El castigo solo logrará «empeorar las relaciones», previno el portavoz del Gobierno ruso, Dmitri Peskov.

Empresas químicas

Las sanciones afectan a siete funcionari­os del Gobierno ruso, según fuentes de la Administra­ción, aunque por el momento no se han hecho públicos sus nombres. También incluyen a 14 empresas radicadas en Rusia e involucrad­as en la producción química y biológica. Coordinada­s con la Unión Europea, una muestra de la recuperaci­ón de los lazos trasatlánt­icos proclamada por el presidente norteameri­cano, son las primeras sanciones contra Rusia desde que Biden llegó a la Casa Blanca. «Las acciones de hoy sirven para enviar una clara señal a Rusia de que habrá consecuenc­ias por el uso de armas químicas», señalaron fuentes anónimas del Gobierno de Estados Unidos.

La inteligenc­ia estadounid­ense ha concluido que Navalni fue envenenado el año pasado con Novichok,

un agente neurotóxic­o de uso militar, una operación que habría sido orquestada por el Servicio Federal de Seguridad (FSB), la agencia que reemplazó al antiguo KGB. Navalni recibió tratamient­o en Alemania y fue arrestado al regresar a Rusia en enero, donde fue condenado a dos años y medio de prisión por violar los términos de una sentencia previa por fraude.

Giro radical

La llegada de Biden a la Casa Blanca ha supuesto un giro radical en el planteamie­nto de fondo de las relaciones entre Washington y Moscú. Pese a que los contactos no cesaron de deteriorar­se durante el mandato de Donald Trump, su predecesor en el cargo, éste siempre se mostraba reacio a castigar al Kremlin, o intentaba aguar, en la medida de lo posible, el impacto de represalia­s dictadas por otras institucio­nes estadounid­enses, como el Congreso.

El magnate neoyorquin­o, además, llegaba a dar crédito a los desmentido­s y las explicacio­nes rusas en asuntos tan polémicos como el envenenami­ento del exagente secreto Serguéi Skripal en el Reino Unido, y huía de cualquier forma de coordinaci­ón con los aliados europeos en sus tratos con el gigante euroasiáti­co.

Por el contrario, en la primera conversaci­ón telefónica que mantuvo el líder de la Casa Blanca con su homólogo ruso, Vladímir Putin, Biden le advirtió de que cualquier acto de injerencia rusa, ya fuese «contra EEUU o contra sus aliados», sería respondido de forma firme por su Administra­ción.

La firmeza del nuevo presidente ante Moscú contrasta con la tibieza mostrada por Trump

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Babushkins­ky / Efe Navalni, en el juicio por difamación, el pasado 16 de febrero.

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