CHIPS CON SABOR A UNICORNIO
Algo está ocurriendo en los departamentos de investigación de las grandes marcas de patatas fritas. Invocaciones de deidades paradimensionales, alucinaciones colectivas con sapo bufo, experimentos mentales encubiertos a lo MK Ultra, quién sabe… En esos opacos laboratorios de la industria alimentaria, los científicos se están corriendo una juerga en la que no desentonarían Aleister Crowley, Hunter S. Thompson y Rudolph Giuliani disfrazados de Village People.
Porque solo en un contexto de alteración radical de la conciencia podría entenderse que en el badulaque de mi barrio cada vez me resulte más difícil encontrar chips convencionales y, en cambio, no pare de tropezarme con bolsas de
HAY PATATAS CON GUSTOS QUE PARECEN SACADOS DEL LABORATORIO DEL DOCTOR BACTERIO
patatas con sabores que parecen sacados del laboratorio del doctor Bacterio (si el doctor Bacterio desayunara cada día absenta y galletas de marihuana). Definitivamente, el delirio psicopatatil se ha disparado y ha alcanzado una masa crítica que huele a cachondeo. Una bacanal sin freno de sabores añadidos y polvos mágicos. El Tomorrowland de los snacks.
Patatas con sabor de solomillo con reducción de Pedro Ximénez. Patatas que saben a huevo frito. Chips de jamón Enrique Tomás que sisean tu nombre de pila cada vez que te alejas de la despensa haciendo un moonwalk. Hemos dejado nuestras amadas patatas en manos de tecnología alienígena y ya es demasiado tarde. Las Navidades pasadas se cruzaron varias líneas rojas: las metieron en un turrón y nadie se atrevió a cuestionar las implicaciones éticas del experimento. Si la escalada no cesa, es muy posible que en un futuro no muy lejano alguna marca nos derrita el cerebro con la aberración definitiva: chips con sabor a patata. Boom.