Rumores de inflación
El temor a la inflación empieza a instalarse en los mercados financieros. Se prevé que la inflación empezará a ser relevantes a partir del segundo trimestre. Hay analistas que ven tasas transitorias del 3% en torno al verano en EEUU y algo por encima del 2% en la zona euro.
Una parte de este repunte es obvia, por el efecto escalón: tras el desplome de los precios por el confinamiento en 2020 la mayor actividad de 2021 se traducirá en un variación positiva de los precios. Hasta aquí, la preocupación debería ser nula. Además, gran parte de los gastos que no se hicieron durante la pandemia tendrá que empezar a salir a flote a medida que la vacunación permita eliminar restricciones a la economía y se recupere el turismo, la movilidad y el empleo. Esto podría añadir calor a la olla de la inflación de forma transitoria.
Pero sucede que en EEUU se empieza a descontar una recuperación más rápida e intensa, espoleada por el potente plan económico de Joe Biden. Y aquí podría entrar en juego la reacción en cadena que empiezan a temer los mercados. Una recuperación rápida llama a una subida de precios. Si hay más inflación, los bancos centrales podrían empezar a subir los tipos de interés. Si suben los tipos, aumenta la rentabilidad de la deuda pública. Eso supone mayor gasto para los estados. Además, si sube la rentabilidad de la deuda pública, ya no irá tanto dinero a la bolsa y podrían bajar las cotizaciones y pincharse la burbuja de los activos de riesgo, como el bitcoin.
Hay quien ya empieza a ver este juego de piezas de dominó y por eso desde principios de año la deuda pública a diez años está repuntando. Pero también hay quien ve exagerada la reacción ya que, a fin de cuentas, una recuperación más intensa es una buena noticia de la que también sabrán sacar partido las empresas que cotizan. La clave está en cómo lo vean unos bancos centrales que hasta ahora, más que por la inflación, estaban preocupados por la deflación.
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