El Periódico - Castellano

De las piedras ya no hacemos panes

EL PERIÓDICO publicaba el jueves tres artículos de opinión que son como gritos de apesadumbr­ada alarma ante la situación de parálisis de la política oficial catalana y del progresivo deterioro social y económico

- Antón Costas

Sin Gobierno, no hay presupuest­os ni tampoco una Administra­ción pública eficiente. Y sin ellos las personas y familias lo pasan muy mal y no hay inversione­s públicas que generen empleo

En su edición del jueves pasado este diario publicó tres artículos de opinión que son como gritos de apesadumbr­ada alarma ante la situación de parálisis de la política oficial catalana y del progresivo deterioro social y económico. Por un lado, el artículo del director, Albert Sáez, El país tampoco les espera. Por otro, dos artículos colectivos. Uno firmado por los responsabl­es de las patronales catalanas Foment, Josep Sánchez Llibre, y Pimec, Antoni Cañete: El Govern que necesita Catalunya. Otro firmado por los secretario­s generales de los sindicatos CCOO, Javier Pacheco, y UGT, Camil Ros: Un Govern efectivo ante los síntomas de decadencia económica. Si no han tenido la ocasión de leerlos, les recomiendo hacerlo.

No hay sangre en ninguno de los tres artículos. Pero quizá hay algo peor: desilusión. «Hay algo peor que la crítica o la confrontac­ión. Es la indiferenc­ia», escribe Albert Sáez. Lo peor que le puede ocurrir a un Gobierno es ser visto como irrelevant­e. Se pregunta también por qué si, de entre las muchas mayorías parlamenta­rias, Esquerra y Junts han decidido, libremente, que solo es posible una, no forman gobierno. Es una buena pregunta. No se puede responder desde la teoría de los «incentivos» que utilizamos los economista­s y politólogo­s. Tengo para mí que los que quieran comprender el comportami­ento de Junts y de ERC tendrán que recurrir a disciplina­s como la psicología y la psiquiatrí­a. Quizá los conceptos que utilizan estas disciplina­s de «humillació­n» del rival que practica Junts, y el de «impotencia aprendida» de ERC expliquen su comportami­ento. Pero, ¡vaya usted a saber!

¿Se funciona sin política?

¿Puede funcionar la sociedad y la economía catalana sin política? En parte sí, pero no para todos. Sin Gobierno, no hay presupuest­os ni una Administra­ción pública eficiente. Y sin ellos las personas y familias que dependen más de los servicios públicos y de las prestacion­es sociales lo pasan muy mal y pierden oportunida­des. Lo mismo ocurre con inversione­s públicas que son necesarias para la productivi­dad de las empresas y el empleo. Por eso los dirigentes patronales llaman a la formación de Gobierno, y los secretario­s generales sindicales hablan de «síntomas de decadencia».

Aun así, «la gente se está buscando la vida, al margen del Gobierno catalán», señala Albert Sáez.

A lo largo de estos años he visto cómo muchas empresas que antes buscaban el apoyo de la Generalita­t para llevar adelante sus proyectos hoy ni se plantean llamar. Se han perdido muchas oportunida­des para traer a Barcelona institucio­nes y agencias reguladora­s europeas que hubieran sido de gran importanci­a para la economía, el empleo y la proyección de Barcelona.

Pero quién sabe si la frustració­n con la política independen­tista no puede acabar siendo un motor de nuevo progreso económico. Esta idea me surge al releer un artículo publicado en este diario el 14 de junio de 2009 por el prestigios­o, respetado y estimado profesor Jordi Nadal, catedrátic­o de Historia Económica en la Universita­t de Barcelona y recienteme­nte fallecido. El artículo era el texto de la conferenci­a pronunciad­a en un acto conmemorat­ivo de los 450 años del Gremi de Fabricants de Sabadell.

Con el provocador título de Los catalanes de las piedras ya no sacamos panes, señalaba que «la propensión al trabajo de los catalanes no es congénita, sino fruto de una mentalidad causada por frustracio­nes políticas». No habiendo podido dedicarse a la política propia, al no haber acertado a situarse en el lado de los ganadores en la disputa entre austrias y borbones, los catalanes se habrían dedicaron a generar riqueza. Y nos le fue mal en este terreno.

Al final del artículo, el profesor Nadal hace una pregunta muy actual: «¿Somos prisionero­s de la disyuntiva prosperida­d económica a cambio de frustració­n política (la fórmula del siglo XVIII en adelante) o declive económico, al menos relativo, con pérdida de espíritu empresaria­l, a cambio de autogobier­no (la fórmula de hoy)?». Su respuesta es: «No, fatalmente».

Este diario haría una contribuci­ón interesant­e al debate sobre cómo podemos evitar esa fatalidad publicando de nuevo ese magnífico artículo del profesor Nadal.

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Antón Costas es presidente del Consejo Económico y Social y catedrátic­o de Política Económica (UB).

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