Falta educación emocional
Somos seres humanos y, como tales, tenemos sentimientos. Pese a que cada vez hay más iniciativas, tenemos que poder aprender a gestionar estos sentimientos de una forma sana y tenemos derecho a que, desde muy pequeños, nos lo enseñe un profesional.
En la escuela ejercitamos la mente de varias maneras, siempre intentando repetir la lección a la perfección. Cuando se llega a secundaria solo se amplían los contenidos. Si se opta por el bachillerato, estos dos años se dedican exclusivamente a preparar unas pruebas de acceso a la universidad y la materia se basa en lo que preguntan. Se supone que a partir de aquí ya tienes la vida solucionada.
Es curioso que cuando uno llega a cierta edad se encuentre perdido, solo e incapaz de afrontar los problemas. Y es que probablemente se olvida la base, más educación emocional. Demostrar que llorar es bueno, que uno debe permitirse sentir lo que le viene en aquel momento, y la emoción no es positiva o negativa, sino agradable o desagradable. También falta educación artística, despreciada muchas veces por los políticos, que se olvidan de lo más importante en las personas: la libre expresión, el razonamiento crítico, la personalidad propia y una lista interminable de conceptos que no les interesa que desarrollemos para podernos manipular. Finalmente, añadiría la educación sexual. Nos ahorraríamos muchas preocupaciones y contratiempos.
ncarbono, cien empresas son las responsables del 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero a escala mundial. A los grandes contaminantes ya les favorece que la responsabilidad se dirija hacia nosotros. Sin embargo, los expertos han dicho que aunque tomar medidas individuales es positivo, es insuficiente.
Llegados a este punto, podemos pensar que si nosotros cambiamos, ellos cambiarán, pero no, no tenemos este poder sobre las grandes multinacionales; no podemos hacer que de repente un sistema entero se empiece a preocupar por las abejas, los mares y la atmósfera. ¿Por qué les tendría que importar si sus beneficios dependen de que no les importe? A pesar de que los daños ambientales puede que no sean culpa nuestra directamente, tenemos el deber de asegurarnos que sabemos cuál es la raíz del problema y centrar nuestros esfuerzos , por ejemplo, votando a partidos concienciados, contactando con nuestros ayuntamientos, firmando peticiones...
Al final acabamos llegando a una conclusión complicada: nosotros somos responsables de qué y de cuánto compramos, pero las grandes empresas causantes de la emisión de CO2 en la atmósfera y aquellos gobiernos que lo permiten tendrían que ser señalados como los culpables del incierto futuro de nuestro mundo.
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