Estabilizar al equipo

La transformación del Barça se produjo más por la necesidad de estabilizar al equipo por la zozobra constante de los resultados, consonante con un juego muy irregular. Adoptó el 3-4-2-1 en Valladolid, pero tras el empate ante el Eibar en casa (1-1) lo abandonó. Provisionalmente.

Lo recuperó dos meses después en Sevilla, en la visita liguera (0-2).

Pablo Machín y Òscar Garcia cuentan las virtudes del sistema: sirve para defender y para atacar mejor

expuso Koeman, subrayando el buen juego de los suyos, uno de los déficits que de vez en cuando denuncia. Mejoró también el juego con el balón. Más que los resultados. La racha de 19 partidos sin perder en la Liga se salpimentó con la derrota copera con el Sevilla y la de la Supercopa con el Athletic.

Koeman apostó por tres centrales cuando recuperó a Piqué y se atrevió a que uno de ellos fuera De Jong. Con Dest y Alba de carrileros, disponía de superioridad en el centro del campo y una llegada decente por las bandas.

Ambos técnicos valoran que los carrileros sean extremos reconvertidos y «tengan desborde y centro»

reconoce Machín. El tono distintivo lo marcan los carrileros por la altura que ocupan en el campo y su naturaleza futbolística.

añade, evocando la labor de Maffeo y Aday en las bandas.

También Zinedine Zidane sucumbió a la tentación de Atlético y Barça del trío defensivo (Militao, Varane y Nacho o Ramos). Una aventura relativamente breve, condicionada más por las bajas que por el convencimiento. Ante el Barça empezó con una

Nagelsmann es un devoto de los tres de atrás con el Leipzig: ya se verá si lo mantiene en el Bayern, que nunca jugó así

Antonio Conte domina esa fórmula: la trasladó de la Juve al Chelsea y luego de vuelta a Italia para el Inter