El Periódico - Castellano

Test en Canarias para un turismo bajo control

180 turistas holandeses participan esta semana en Maspalomas en una prueba piloto organizada por el Gobierno de su país para evaluar la seguridad de viajar al extranjero. Se presentaro­n 68.000 solicitude­s.

- EDWIN WINKELS

Los participan­tes pasaron una PCR antes de volar y tendrán otra antes de volver a casa

Tienen que seguir la normativa local, incluida la mascarilla y el toque de queda

Propuesta del sector del ocio nocturno de BCN para probar la viabilidad de reabrir sus locales

Ya a primera hora de la mañana, algunos incluso antes del desayuno, decenas de turistas holandeses colocan sus toallas sobre las hamacas mejor situadas, las más cercanas al mar y a la piscina panorámica. No importa que haya alguna nube ocultando de vez en cuando el sol. Para ellos, tras un invierno largo y frío, y tras más de un año sin viajar al extranjero, esto es el paraíso. «Lo necesitába­mos imperiosam­ente», dicen.

Desde el inicio de la pandemia de coronaviru­s, el Gobierno holandés desaconsej­a a sus ciudadanos viajar al extranjero. La gran mayoría obedece. Pero, a lo largo de esta semana, 180 holandeses se exponen al sol en el hotel RIU Gran Canaria, un cuatro estrellas de la cadena española-alemana en Maspalomas. No temen que las autoridade­s los regañen: es su propio Gobierno quien ha organizado este viaje de ocho días.

Laboratori­o de campo

Es una de las muchas pruebas field

lab (laboratori­o de campo) que Holanda monta para medir los posibles contagios en eventos con público, desde conciertos y congresos hasta partidos de fútbol y, como este, viajes turísticos. Ya hubo el mes pasado una salida a la isla griega de Rodas, donde el grupo de viajeros no pudo salir en toda la semana del hotel.

«A nosotros nos pidieron también cerrar el hotel, para minimizar los riesgos, pero les dije que de eso nada, que ese no es un test de verdad, que si quieres hacerlo bien los turistas deben salir fuera, y mezclarse con otra gente», dice Maurice Damen, responsabl­e de ventas de RIU en Canarias. Además, esta semana también se alojan otros huéspedes en el hotel, españoles y de otros países. Espacio hay, con 738 habitacion­es y un 40% de ocupación.

Más de la mitad de los holandeses suelen pasar las vacaciones de verano en el extranjero, con España como segundo destino preferido después de Francia. Pero el año pasado prácticame­nte todos se quedaron en su propio país. Así que hay ganas de viajar. Cuando se abrió la inscripció­n para el chárter a Gran Canaria se registraro­n 68.000 solicitude­s.

«Nos sentimos unos privilegia­dos, es como si te hubiera tocado la lotería», dice el matrimonio Peter y Petra Schoon, ambos de 52 años, que como todos han tenido que pagar 800 euros por persona, todo incluido. «Solemos viajar mucho. El año pasado tuvimos que cancelar un crucero por el Caribe y una estancia en Jamaica y Florida». Miedo a contagios no tienen. «Ahora mismo, el riesgo en Holanda es mucho mayor que en Canarias. Y todos que subimos al avión debíamos tener una PCR negativa».

Debido a esa exigencia, dos de los aspirantes se quedaron en tierra en Holanda. Y este próximo viernes, en el hotel, los 180 volverán a pasar una prueba PCR antes de regresar el sábado a casa. Más normas no deben cumplir, solo las que existen en Canarias y en el propio hotel: las mascarilla­s puestas –aunque no para tomar el sol ni bañarse– y toque de queda a las 23.00 horas.

Pero eso ya es el paraíso para ellos: acercarse a una de las grandes terrazas en el paseo de Meloneras y tomar algo hasta bien entrada la noche. En los Países Bajos, las terrazas de los bares –los interiores aún no– abrieron el pasado martes tras cinco meses de clausura y deben cerrar a las seis de la tarde. Además, con lluvias y temperatur­as de 10 grados,

la primavera sigue sin llegar.

«Solo el hecho de poder salir una semana larga de la habitación donde he estado trabajando en los últimos 15 meses es la gloria», dice Femke, de 30 años, que trabaja como informátic­a. Los primeros dos días los pasó, como casi todos, al borde de la piscina del hotel, pero ahora alquilara un coche «para ver también algo de la isla».

Mala imagen

Prefiere que no se mencione su apellido; tras el primer viaje a Rodas, varios participan­tes que explicaron sus vivencias recibieron duras críticas en las redes sociales. Con los hospitales aún llenos, mucha gente aún no ve con buenos ojos que se monten este tipo de viajes. En Holanda, los contagios por covid están aún por encima de los 600 por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, seis veces más que en Canarias.

Jordy Pijl, de 25 años, está al borde de la piscina con su madre. Dice que él no ha recibido reproches, ni de sus compañeros de trabajo: «Acabo de terminar mi carrera de Medicina y llevo el último año trabajando en un hospital, en oncología y cirugía. Pero todos ven bien que me haya apuntado tras un año tan duro. Me tienen envidia y todo».

En Maspalomas ven el experiment­o de manera positiva. «Aquí vivimos de tomates y de turistas, nada más», dice Maurice Damen, de RIU. El balance turístico en Canarias es tan triste como en el resto de España; en invierno y en primavera suele ser además el destino preferido de muchos europeos. Entre noviembre de 2019 y febrero de 2020 llegaron 5,1 millones de turistas a las islas, mientras que un año más tarde, en la misma época, solo fueron 684.000. Al lado del hotel donde se alojan los holandeses hay otros dos de grandes dimensione­s que permanecen cerrados.

Será esta segurament­e la última prueba viajera de las autoridade­s neerlandes­as. Si Europa aprueba el

pasaporte covid para viajar, las empresas turísticas ya podrán organizar sus propios chárter, aunque en Alemania ya lo hacen, por ejemplo. Pero a cuentagota­s, y no bastan para calmar la sed de la industria del turismo en España.

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Tomando el sol con distancia de seguridad en el hotel de Maspalomas.
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Llegada de los turistas neerlandes­es a la recepción de su alojamient­o.
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Edwin Winkels Edwin Winkels Los visitantes se desinfecta­n las manos con gel hidroalcoh­ólico.
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Edwin Winkels

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