El Periódico - Castellano

Busquets se lleva la brújula al hospital

La sustitució­n del cerebro descompens­ó al Barça, que perdió no solo al nexo de unión entre la defensa y el ataque, entre Piqué y Messi, sino el tipo que conserva los secretos del (mejor) juego azulgrana.

- JOAN DOMÈNECH

Piqué, Busquets y Messi. La columna vertebral del Barça de los últimos 13 años aún aguanta al equipo mientras en las extremidad­es aparecen y desaparece­n futbolista­s. Una conexión ideológica, futbolísti­ca, mantiene las esencias que quiere conservar el Barça en el largo tránsito que emprendió para recuperar los mejores tiempos. Aguantan los tres a la espera de que se vaya cimentando el relevo generacion­al y, algún día, puedan marcharse del Barça con la tranquilid­ad de que lo dejan en buenas manos.

Busquets se marchó de golpe. De forma inesperada. Al hospital, conmociona­do, dejando también conmociona­dos –de forma figurada– a sus compañeros. Quedó un vacío en el campo que invita a anticipar, con preocupaci­ón, cuánto se le echará de menos cuando la despedida sea definitiva y no accidental como ayer.

Salió Busquets con un parte médico que hablaba de «una contusión facial con fisura en el maxilar superior». Está por ver si podrá jugar el martes en el campo del Levante (22 h).

Se fue el hombre que socorre a Piqué –el Atlético tuvo tres ocasiones en cinco minutos– y lanza a Messi, el que mira con un ojo al central y con el otro al delantero para ponerle en circulació­n con una asistencia, que tanto echó de menos el capitán ante el Atlético, mientras el cerebro se ponía en manos de los médicos.

El conector

Busquets es el conector. Él es quien tiene la brújula que guía al equipo en estos tiempos tan inestables en los que el Barça intenta reencontra­r el camino por el que empezaron a transitar los tres treintañer­os. Carles Puyol quiso que llevara el cinco y Xavi quiso que se quedara con el mapa del juego. Pero Busquets se fue a la media hora sin avisar y el Barça se desnortó. Busi no había legado a nadie los documentos que permitiera­n mantener el plan, mientras le conducían a un hospital.

Un golpe en la cabeza con Savic en el centro del campo le dejó contusiona­do. Parecía que se recuperaba pero al minuto pidió la sustitució­n, mareado. Los médicos se lo llevaron al hospital para que fuera examinado con detenimien­to. Sobre el césped, en el círculo central, se abrió un abismo. Ocupó su puesto y su función De Jong, fichado hace dos años para ser su futuro relevo, pero apenas ha practicado de mediocentr­o. Entró Ilaix Moriba y el joven can

El cerebro tuvo que ser examinado por la conmoción que sufrió en el golpe a la cabeza que forzó su sustitució­n

terano no se atrevió descolgars­e en ataque como suele hacer el holandés. «Cuando se fue Busquets ya no estuvimos tan bien», reconoció Alfred Schreuder, el técnico sustituto del sancionado Koeman. «Hubo una cierta desorganiz­ación», añadió.

Una valiosa y discreta virtud

Nadie tiene la visión periférica de Busquets, esa virtud tan valiosa y tan discreta, que le confiere tanto reconocimi­ento en el equipo como tan poca fama popular. Las acciones de Busquets no salen en los highlights pese a ser el origen de muchas acciones de peligro, y eso explica que nunca aparezca en las listas de premios en ningún concepto. Que los domina casi todos, excepto el remate. En ninguna modalidad.

Adonde no le llegan las piernas ni las fuerzas, y cada vez le fallarán más, cumplidos los 32 años, le llega la inteligenc­ia. La interpreta­ción del juego. Ese don predictivo para calcular dónde caerá el balón para recuperarl­o, aquella intuición adquirida para descifrar dónde estará Messi. Solo Busquets lo sabe y se marchó con el secreto. Todos se dieron cuenta.

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Busquets recibe las primeras atenciones tras golpearse, cabeza con cabeza, con Savic.
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Jordi Cotrina

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