«Es muy triste ingresar en la uci a quien ya debería estar vacunado»
Aunque la vacunación ha minimizado el impacto del covid-19 en las unidades de cuidados intensivos, Ricard Ferrer, presidente de la sociedad de intensivistas Semicyuc y jefe del Servicio de Medicina Intensiva de Vall d’Hebron (Barcelona), advierte de que cada día ingresan personas de riesgo que aún no están inmunizadas por culpa de los retrasos que generan determinadas decisiones administrativas. — Antes del covid-19, ¿cómo estaban dotadas las ucis españolas?
— Teníamos nueve camas de críticos por 100.000 habitantes y los países más cercanos, entre 12 y 15. Alemania, 30. Esto provocaba que, en picos asistenciales, ligados al periodo gripal, tuviéramos escasez.
— ¿Cómo afectó el virus?
— El principal problema fue, precisamente , que no había camas suficientes y se tuvo que hacer un despliegue muy rápido, en espacios improvisados y con un equipamiento no óptimo. Había, por ejemplo, pocos respiradores, por lo que se tuvo que usar los de quirófanos. Después del verano, ya se implementaron espacios mejor dotados y con más equipamiento.
— ¿Qué hicieron para coordinar el trabajo entre hospitales?
— Antes de que la situación fuera complicada, Semicyuc preparó un plan de contingencia para dar respuesta al incremento tan fuerte de la demanda. Y cada semana celebrábamos una reunión de los jefes de servicio de las ucis de toda España, donde se compartía información de aspectos organizativos y de tratamientos. Y publicamos documentos sobre triaje o tratamientos, que ayudaron a los intensivistas a homogenizar el servicio.
— Llegó un momento en que no se pudo atender a todos los pacientes. ¿Se podría haber evitado?
— El triaje forma parte de cualquier actividad médica, lo importante es que todos tengamos criterios homogéneos y el criterio médico prevalezca. Por ejemplo, cuando uno tiene que hacer un trasplante de pulmón, tiene una lista donde están los pacientes priorizados. En las cirugías, también hay una lista de espera.
— Pero Sanidad y las autonomías siguen sin elaborar unas instrucciones comunes de priorización para las ucis. ¿Son necesarias?
— Ahora ya no es tan necesario porque podemos ingresar en las unidades de críticos a todos los que pacientes que obtienen un beneficio. Pero sí que hay otros factores que la Administración podría regular y que tienen importancia en la equidad. Cuesta entender que un hospital tenga que parar la actividad quirúrgica porque está tensionado y otro, en el mismo territorio, no. Parece más razonable que compartamos todos los recursos antes de parar la actividad.
— ¿Qué siente un sanitario cuando hay pacientes sin tratamiento por falta de camas o se desprograman operaciones?
—Siempre es muy frustrante y triste ver personas que no llegan al tratamiento. Tenemos cada día cientos de pacientes que ingresan y que deberían estar vacunados pero no lo están porque se ha tomado una decisión de priorización o ha habido una decisión administrativa que ha retrasado la vacuna. Es decir, cuando se toman decisiones de vacunar a un grupo sí y a otro no, seguramente pesa mucho en la decisión el efecto adverso de la vacuna, pero no estamos considerando los efectos de no vacunar, algo que vemos cada día, porque nos vienen muchos pacientes de los grupos de edad que ya deberían estar vacunados. Es muy frustrante y triste tener que ingresar un paciente en la uci que debería estar ya protegido.
— ¿Qué decisiones administrativas han retrasado la vacunación?
— Hay decisiones que se han entretenido en los despachos. Cuando han aparecido efectos secundarios de trombos poco frecuentes, la EMA ha tenido que reevaluar las vacunas [la de AstraZeneca y Janssen] y la toma de decisiones se ha retrasado innecesariamente.
— ¿Cómo ha cambiado el trabajo en las ucis con la pandemia?
— De forma muy importante. Hemos tenido que organizar el personal, que hace un horario más a turnos, lo que obliga a hacer más guardias. Los espacios son también más flexibles, al igual que el perfil de los profesionales. Además ha cambiado la gestión de materiales. Antes trabajábamos con estoc para tiempos cortos; ahora sabemos que hay fluctuaciones de suministro, por lo que tenemos estoc para cubrir contingencias de meses.
—¿Ha bajado la mortalidad de pacientes covid en uci?
—Sí, ahora está por debajo del 20%, cuando al principio se llegó a mortalidades de hasta el 40%. Aunque no creo que descienda mucho más, porque en las ucis entran los pacientes más graves.
— ¿Qué cambios a medio-largo plazo necesitarán los hospitales?
— Ha quedado claro que el número de camas uci se tiene que aumentar hasta las 12 o 14 por 100.000 habitantes. Pero, para ello hay que formar más intensivistas: no es suficiente con 200 plazas MIR al año. Además, se debe crear la especialidad de enfermería intensiva.
Las decisiones sobre AstraZeneca y Janssen se han retrasado innecesariamente