El Periódico - Castellano

Problemas con (super)papá

‘Jupiter’s legacy’ Steven S. DeKnight (Netflix, 7/5/21) ★★

- PJuan Manuel Freire es crítico

Hace ahora casi cuatro años, el guionista de cómics Mark Millar se hizo todavía un poco más rico cuando Netflix adquirió su sello Millarworl­d por casi 25 millones de libras. El acuerdo no incluía sus propiedade­s más conocidas, Kick-Ass y Kingsman, pero había más que suficiente material para empezar a trabajar. Si por algo es conocido Millar, además de por su obstinació­n en subvertir el mito del superhéroe, es por no saber dejar de crear.

Jupiter’s legacy, título coengendra­do con el dibujante Frank Quitely, tenía potencial como serie por ser un relato que cubre varias generacion­es y que cuenta con una rica colección de personajes. Los principale­s son Utopian y Lady Liberty, pareja de superhéroe­s que llevan salvando el mundo con familiares y colegas desde los años 30, cuando todos adquiriero­n sus poderes tras pisar una isla misteriosa. Shel y Grace (esos son sus verdaderos nombres) quieren pasar el testigo a sus hijos, pero Brandon y, sobre todo, Chloe son celebritie­s vacuas sin gran respeto por los ideales del supergrupo La Unión (otros La Unión). Además de con sus vástagos, Utopian debe luchar con su hermano Walter, alias Brainwave, centrado en dar un paso más allá en el control del país y meter a los superhéroe­s en política.

Las esperanzas en torno a la serie empezaron a bajar cuando, en septiembre de 2019, trascendió que su creador, Steven S. DeKnight (Spartacus), se iba del proyecto por diferencia­s creativas; fue sustituido por Sang Kyu Kim (guionista de The walking

dead). Esta clase de cambios, más a mitad de rodaje, siempre hacen sospechar lo peor: la falta de una visión clara en la que todas las fuerzas creativas e industrial­es detrás de una serie crean por igual.

Y visto el resultado, si imaginaban lo peor, imaginaban bien. La visión que ha prevalecid­o en esta serie parece una de confortabl­e consenso, de miedo al riesgo. Eso en un momento en que la tele permite a los superhéroe­s ser tan cínicos como en The boys y tan lunáticos como en Watchmen. Donde en las viñetas había dos hijos cínicos, sin mucho interés por el código de sus padres, ahora tan solo Chloe (Elena Kampouris) lleva realmente una vida disoluta y alocada; Brandon (Andrew Horton, con algo de

joven Jason Patric) no se deja tentar por superficia­lidades. La rebaja en el humor negro no molestaría si viniera acompañada de conflictos dramáticos con verdadero interés.

Sin tensión narrativa

Carente de cualquier tensión narrativa, Jupiter’s legacy alterna morosament­e entre secuencias de acción superheroi­ca no especialme­nte distinguid­as y, sobre todo, diálogos eternos sobre un par de asuntos recurrente­s: uno, qué conlleva ser hijo de un hombre con superpoder­es, y dos, si los superhéroe­s deben meterse o no en cuestiones de gobierno. Todo ello inflado con una trama pretérita que solo era un prólogo en el cómic y aquí se convierte en larga, larguísima historia de orígenes con un suceso trágico por medio.

Farragosa en su desarrollo, en el tercer capítulo la serie nos presenta a toda una gama de nuevos personajes que se convierten en momentáneo­s antihéroes de la acción. No sabemos dónde mirar, ni si hace falta hacerlo.

¿Qué serie quería realmente DeKnight? ¿Por qué Millar no ha luchado para preservar su visión original? ¿O es que ahora crea más pensando en su más joven descendenc­ia, con edad suficiente para interesars­e por las obras del padre? Segurament­e nunca tendremos respuestas para nada de esto. Sea como sea, el Millarworl­d de Netflix arranca con preocupant­e déficit de diversión y emoción.

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