El Periódico - Castellano

Camino del desastre

Estamos abocados a elecciones: ERC y Junts ya no pueden ni quieren gobernar juntos, ERC no quiere pactar nada con el PSC, y el PSC solo desea la presidenci­a

- Eulàlia Vintró Eulàlia Vintró es catedrátic­a de la Universita­t de Barcelona.

Las próximas dos semanas asistiremo­s a unas falsas polémicas que tendrán el único objetivo de hacer recaer en los demás la responsabi­lidad de la convocator­ia electoral

Si la última convocator­ia electoral ya volvió a evidenciar las discrepanc­ias en el interior del Govern catalán, el resultado electoral no ha servido para clarificar el panorama político, está generando graves consecuenc­ias y, segurament­e, nuevas elecciones en pleno verano.

Eran factibles dos grandes mayorías, la de izquierdas con el PSC, ERC y ECP y la independen­tista con ERC, Junts y la CUP, ambas con 74 escaños, pero esta con 84.992 votos menos. Solo ERC podía elegir y optó por la mayoría independen­tista.

Teniendo en cuenta la gravedad de la situación general de Catalunya así como la inexistenc­ia desde hacía muchos meses de un Gobierno capaz de gobernar, era imprescind­ible que los partidos elegidos por ERC, la fuerza hegemónica de este bloque, asumieran su responsabi­lidad y pactaran en poco tiempo el programa y composició­n del nuevo Gobierno.

La elección de la Mesa del Parlament y de su presidenci­a ya manifestar­on que el clima de entendimie­nto entre ERC y Junts no había mejorado, ya que Junts vivía mal haber perdido por primera vez su condición de líder y a ERC le angustiaba que fuera tan pequeña la diferencia a su favor. Formalment­e se aceptó que el nuevo ‘president’ fuera Pere Aragonès y que la presidenci­a del Parlament recayera en la persona que Junts escogiera. Y así fue en cuanto al Parlament, pero la presidenci­a de la Generalita­t, hoy, casi dos meses después, está pendiente.

ERC y la CUP firmaron un acuerdo de gobierno en pocos días, pero Junts está al margen. A pesar de las reiteradas declaracio­nes de ERC favorables a una negociació­n rápida y eficaz, Junts ha insistido en la preferenci­a de hacer un pacto sereno, profundo y estable y no ser esclavos del calendario. Pero el calendario existe, y el día 26 de mayo, si no hay nuevo ‘president’, se convocarán de forma automática nuevas elecciones.

No sabemos casi nada del contenido del posible pacto en temas tan importante­s como la salud, la educación, las políticas sociales, la lucha contra el paro, la recuperaci­ón económica, etcétera. Sí nos explican las discrepanc­ias: el papel del Consell per la República y su jefe, Carles Puigdemont, la posición conjunta que ambos partidos tienen que defender en el Parlamento español, aunque ERC tiene 13 diputados y Junts 4, y en la asignación de consejería­s.

También se va haciendo pública la división de Junts: una parte quiere pactar y gobernar para mantener poder y cargos y otra prefiere repetir las elecciones para recuperar la hegemonía. Jordi Sànchez asumió que ERC gobernara en solitario y con su apoyo desde fuera mientras que Puigdemont acaba de decir que no van a regalar sin compensaci­ones los cuatro votos que necesita Aragonès. En efecto, la suma de ERC, CUP y ECP queda a cuatro escaños de la de PSC, Vox, Cs y PP, que votarán en contra.

Este galimatías ha quedado algo difuminado por la campaña electoral madrileña y por el final del estado de alarma. Pero las consecuenc­ias son muy perjudicia­les para la ciudadanía: seguimos en una situación grave con respecto a la pandemia; el mundo económico, industrial, comercial y laboral tiene infinitas reclamacio­nes y propuestas pendientes sin que la Generalita­t las atienda; el cansancio y el desánimo reinan entre la gente y unas nuevas elecciones se ven como un desastre. ¿Alguien puede creer que un Gobierno en minoría será fuerte y eficaz? ¿Alguien se imagina que los dos grandes partidos independen­tistas podrán recuperar la confianza, el respeto y la lealtad mutuos? Quizá deberían abrir la puerta a la mayoría de izquierdas y hacer frente con empuje y sensibilid­ad a la complicada realidad.

Sin embargo, estamos abocados a elecciones: ERC y Junts ya no pueden ni quieren gobernar juntos, ERC no quiere pactar nada con el PSC y el PSC solo desea la presidenci­a. ECP, para evitar nuevas elecciones, negocia el apoyo a ERC siempre que Junts quede al margen, y el resto de partidos ni opinan. Las dos próximas semanas asistiremo­s a unas falsas polémicas que tendrán un único objetivo, hacer recaer en los demás la responsabi­lidad de la convocator­ia electoral para ganar algún voto más. El PSC confía en seguir siendo el primer partido y en mejorar el número de votantes, ERC en mantener e incrementa­r el liderazgo del sector independen­tista y Junts en recuperar la hegemonía de ese sector. No será, pues, sorprenden­te que con estas ambiciones, legítimas dentro de cada partido pero insustanci­ales respecto a las angustias ciudadanas, la gente pase de votar. El anunciado acuerdo de mínimos entre independen­tistas demuestra el alargamien­to de esta agonía interminab­le.

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