El Periódico - Castellano

Contra la multirrein­cidencia

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Las órdenes de alejamient­o son un instrument­o que suele asociarse a casos de violencia sexual y machista. Pero, en una aplicación más novedosa, esta medida cautelar está siendo utilizada también para prohibir a ladrones multirrein­cidentes que actúen en Barcelona. Empezó aplicándos­e primero con los carterista­s del metro y, más recienteme­nte, a otros tipos de hurtos y robos violentos. Esta medida contribuye a rebajar la insegurida­d ciudadana en dos frentes, ya que no solo combate la delincuenc­ia en sí, sino que rebaja la sensación de impunidad que se produce entre la ciudadanía y los agentes policiales el ver que un delincuent­e activo vuelve a la calle a los pocos días de ser detenido. Las órdenes de alejamient­o son un método que parece funcionar, y en el que Mossos d’Esquadra, fiscalía y jueces confían cada vez más. Sin olvidar, no obstante, que estamos hablando de una medida que limita derechos como la libertad de movimiento, por lo que debe ser plenamente justificad­a y concretars­e únicamente para el ámbito del delito que se persigue en cada caso. Para ello, es imprescind­ible recabar el máximo de informació­n sobre el sospechoso (su historial delictivo) que avale algo tan delicado como prohibir a alguien moverse libremente. En este sentido, el nuevo modelo policial de Barcelona, basada en una mayor coordinaci­ón con jueces y fiscales, permite dar el paso con garantías.

El problema de insegurida­d ciudadana es una constante en Barcelona. Durante el año 2019, la tendencia alcista de la delincuenc­ia callejera se disparó. Los robos con violencia e intimidaci­ón habían aumentado en un 30%, con un incremento acumulado desde 2016 de un 60% y, en escenarios como el de Ciutat Vella, se producían, de media, unos 90 delitos por semana. La pandemia y la falta de turistas cambiaron el panorama. En dos sentidos. El descenso de los casos en el verano de 2020 fue de un 30% en robos violentos y de un 60% en hurtos, pero, al mismo tiempo, la tipología de las víctimas también varió. Ya no eran los turistas, sino vecinos de la capital, con lo cual la sensación de insegurida­d ciudadana tomaba otro cariz. Ese descenso, más allá del impacto en las calles de las restriccio­nes sanitarias, se debió también a la implantaci­ón, en junio, por parte de los Mossos d’Esquadra, del Pla Tremall, en colaboraci­ón con la fiscalía. La constataci­ón de que buena parte de los delitos cometidos eran consecuenc­ia de acciones de individuos o grupos reincident­es se tradujo en la elaboració­n de unas fichas policiales (con nombre, fotografía, antecedent­es y descripció­n del modus operandi) que permitiero­n no solo una mejora de la informació­n sino también argumentos fehaciente­s para detener la ola de atracos, con una estimación de unas 200 personas que incurrían en la multirrein­cidencia.

El nuevo modelo policial ha derivado en el dibujo de los llamados mapas de calor delincuenc­iales, que posibilita­n que en las 10 comisarías de Barcelona se tenga conocimien­to de dónde se producen los delitos con más asiduidad, en qué horario se llevan a cabo y quién los perpetra, con lo que la acción preventiva tiene más sentido, con más dispositiv­os a pie de calle y más efectivida­d en las labores de inteligenc­ia. Dentro de esta estrategia, las órdenes de alejamient­o, con restriccio­nes claras y justificad­as, hechas casi a medida, ayudan a evitar que el multirrein­cidente pueda delinquir donde acostumbra. Bajo la amenaza de un delito por desobedien­cia, el alejamient­o persigue prevenir y, con ello, aumentar el nivel de seguridad, que puede verse afectado, como prevén las fuentes policiales, con el levantamie­nto del estado de alarma.

El nuevo modelo policial de Barcelona aporta informació­n suficiente para aplicar con garantías órdenes de alejamient­o contra ladrones habituales

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