El regalo de Tous al Macba
El museo inaugura una espectacular exposición en el edificio Meier, la Capella Macba y la reabierta Sala Metrònom con 120 obras de arte conceptual de 28 artistas seleccionadas entre el millar que el mecenas donó hace un año a Barcelona y que pasan a forma
En 1947, un toro mató de una cornada a Manolete en la plaza de Linares, un día después de decidir que dejaría el toreo. El artista Jordi Benito suspendió en el tiempo aquel momento en una impactante instalación de 1989 con dos escenas centrales: dos toros disecados, uno colgando boca abajo a punto de desplomarse sobre un piano y otro caído sobre una piedra. La inauguró aquel año en la Sala Metrònom, colgándose él mismo como el toro y con Carles Santos al teclado. Con aquel montaje, Las puertas de Linares, Benito dejaba atrás sus obras sobre Wagner y los límites del cuerpo para abrazar el sacrificio y el ritual de la Pasión, recoger el testimonio de la vida del toro y, viendo a Manolete como artista total, reflexionar sobre la muerte del arte total. Esta obra de la colección del empresario y mecenas Rafael Tous luce ahora de nuevo, gracias a él y a la intervención del Macba, en la Metrònom, frente al Born, reabierta para la ocasión y que el también agitador cultural impulsó desde los 80 hasta 2006 como espacio de experimentación de las artes visuales, la música y el teatro.
Hace poco más de un año, Tous anunciaba la donación más importante de la historia del Macba al ceder desinteresadamente al ayuntamiento el millar de piezas de arte conceptual de su colección privada. Eso sí, con la única condición de que pudieran ser vistas por el público. Ayer, el Macba le agradecía el impagable regalo cumpliendo su deseo con un impresionante despliegue expositivo de 120 obras de 28 artistas, de los 70 hasta hoy, en En tiempo real.
No hay vuelta atrás
La muestra, comisariada por Antònia Maria Perelló y Claudia Segura, extiende sus tentáculos desde dos de las plantas del edificio Meier, que reúnen hasta el 9 de enero el grueso de obras, hasta la Metrònom con la de Benito, pero también al otro lado de la plaza de los Àngels, en la Capella Macba, donde el espacio gótico acoge la hipnótica instalación de Carlos Pazos No hay replay, que transporta al visitante a su mundo onírico, surrealista y kitsch. Esta obra avisa al visitante de que «no hay vuelta atrás, le invita a desaparecer simbólicamente, a saltar al vacío», explica Segura, ante una escalera que termina en un trampolín a un muro culminado por peligrosos cristales, en una penumbra iluminada por unas luces móviles.
Tous, que no descarta «mantener abierta la Sala Metrònom para acoger actividades culturales», recorre feliz a sus 80 años la exposición junto a su familia. Se para ante una pequeña obra de Pere Noguera, un peine de cerámica de 1973. «Es la primera pieza de arte conceptual que compré. No me la quería vender», sonríe ante el recuerdo, que se extiende por la relación de amistad que tuvo con la mayoría de artistas a los que apoyó y a quienes adquirió obras. Eran una generación con un espíritu experimental, que se movía fuera de los circuitos convencionales de arte.
Entre los que figuran en la exposición se encuentran también Francesc Abad, Eugènia Balcells, Carmen Calvo, CVA, Benet Ferrer, Eulàlia Grau, Àngel Jové, Antoni Llena, Eva Lootz, Miralda, Fina Miralles,
Àngels Ribé o Joan Rabascall.
La muestra se agrupa en ejes conceptuales como la reivindicación del cuerpo, la interacción con la naturaleza como materia de experimentación, la reflexión sobre la imagen y los medios de comunicación, el consumo cultural desaforado, el lenguaje, la poética del objeto cotidiano y la crítica política y social. En este último se enmarcan varias obras de Francesc Torres, como Avenida de la victoria: dos filas donde se alternan cascos militares con cascos de diversos deportes, que recuerdan además cómo los celtas se pasaban las cabezas decapitadas de sus enemigos en un sangriento antecedente futbolístico, apunta Segura.
Origen de la civilización
Culmina el recorrido del edificio Meier Arqueología de rescate, con la que Francesc Abad se pregunta sobre el origen de la civilización en un espacio que evoca una oscura cueva, como la que halló el artista cerca de Terrassa. Esta gran obra de Abad, la de Benito y la de Pazos se vieron por primera vez en 1989 en la Sala Metrònom. Ahora, como el resto de piezas donadas por Tous, vuelven a ser vistas sin perder una pizca de vigencia.
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