«Enfermería no es solo pinchar»
Seis profesionales unidos por vínculos familiares reivindican su papel con motivo del Día Internacional del gremio. La pandemia ha realzado su valor, pero la precariedad persiste
Con motivo del Día Internacional de la Enfermera, que se celebró ayer, un padre y su hijo, una pareja y dos hermanos, todos enfermeros del Clínic, explican qué supone formar parte del colectivo sanitario más numeroso, qué implica trabajar juntos en el mismo hospital y cómo han vivido el último año, marcado por la pandemia de coronavirus. «El Clínic es una familia de verdad. Pasamos más tiempo aquí que en nuestra casa», explica Pedro Cartaxo, enfermero en el hospital barcelonés. «Y entonces creas vínculos trabajando», puntualiza junto a él Sara de Vicente, también enfermera que, además, es su novia. Entre las 1.946 enfermeras que trabajan en este hospital hay, casualmente, varias parejas familiares: hermanos, padres e hijos y matrimonios.
«De puertas para dentro, es un trabajador más. De puertas para fuera, mi hijo», dice Carlos García, enfermero supervisor del Clínic, sobre su hijo Iván, enfermero oncológico en el centro. Y algo parecido les sucede a los hermanos Ana y José Modrego. «Cuando acabé el Bachillerato iba perdido y ella, que había estudiado Enfermería, fue mi referente», admite José.
Las enfermeras son el colectivo sanitario más numeroso: en Catalunya hay 48.346 colegiadas. Además, es una profesión eminentemente femenina: el 80% son mujeres. Su papel se ha puesto en valor en el último año a raíz de la pandemia . Ayer se conmemoró el Día Internacional de la Enfermera y EL PERIÓDICO habló con algunas.
Carlos García, de 55 años y enfermero supervisor en el turno de tarde de todo el Clínic, siempre explica que su hijo Iván, de 22 años, es «hijo de este hospital». «Mi mujer [también enfermera, en el Moisès Broggi], al embarazarse en 1995, desarrolló un tumor que le afectó al útero. La idea era quitarle este órgano, pero el servicio de Oncología del Clínic logró salvárselo. Hizo un tratamiento intensivo y tuvimos una niña y, después, a Iván».
Y la casualidad quiso que Iván, 25 años después, trabaje también en el Clínic como enfermero. Comenzó a hacerlo al estallar la pandemia en un Hotel Salut, cuando la ‘conselleria’, con hospitales y CAP desbordados, contrató a estudiantes de último año de Enfermería y Medicina. «En junio nos ofrecieron un año más de contrato y pasamos aquí, al hospital. Me ha ido muy bien para el rodaje».
Vínculo casi desconocido
Carlos revela que poca gente en el hospital sabe que son padre e hijo. «Estamos saliendo del armario», comenta este veterano enfermero que asegura que el covid ha revalorizado la enfermería. «La pandemia ha puesto de manifiesto que esto va de cuidar, porque no hay cura para el covid. Enfermería ha reivindicado su posición», asegura. «Mis amigos saben ahora que enfermería no es solo pinchar, sino cuidar y acompañar el paciente», añade Iván.
Pedro Cartaxo y Sara de Vicente, de 25 años, comenzaron su relación hace cuatro. «Un día coincidimos en la uci, trabajamos juntos las siete horas y, a partir de ahí, nos conocimos», relata Pedro. La enfermería los unió. «No es difícil trabajar con la pareja. Cuando te metes en una uci, cambias el chip y, en vez de ser tu novio, es tu compañero de trabajo. Pero, al revés, es todo muchísimo más fácil», relata Sara. Pedro destaca que, al salir del hospital, tiene a alguien que «entiende exactamente» lo que él ha vivido. «Ambos sabemos lo que es estar aquí. Y tenemos el mismo turno, los mismos horarios, los mismos días de fiesta y vacaciones», valora. Ninguno de los dos olvidará lo vivido «en el último año». Sara lleva «casi tres meses» trabajando en una uci covid. «El equipo ha sido fundamental en todo esto. Nos hemos tenido que adaptar mucho», precisa Pedro. «Hay muchos sanitarios tocados. Cada día más compañeros necesitan bajas», cuentan. La parte positiva: «A nivel social y hospitalario, se valora más esta profesión».
A los hermanos Modrego les separan tres años: ella tiene 37, y él, 33. Él no sabía qué carrera estudiar y ver a su hermana estudiar Enfermería («y que había trabajo asegurado») lo persuadió. Ambos trabajan en el Clínic, «una casualidad», según José. Ella, en el turno de noche de cirugía digestiva; él, en la uci. «Nunca coincidimos», relatan. Ambos recuerdan los tiempos en que vivían juntos en casa de sus padres. «Era muy bonito, el poner la profesión en común con mi hermana cuando vivíamos juntos a la hora de la comida. Sacábamos temas de conversación del hospital», dice él.
Embarazada y contagiada
También recuerdan, y cómo olvidarlo, lo vivido el año pasado. Aunque Ana, al quedarse embarazada, solo trabajó durante la primera ola. «Recuerdo la incertidumbre, no sabíamos ni por dónde venían los contagios. Y me contagié de covid», relata. Aunque «ahora se valora más el papel de la sanidad», según Ana, José sigue viendo inconcebible que las condiciones laborales en enfermería sean «tan precarias», con «contratos al día».
Al menos 139 enfermeras de Barcelona emigraron al extranjero el año pasado, en plena pandemia, en busca de mejores condiciones laborales, según el Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Barcelona (COIB), que asegura que hoy la cifra «es un poco más alta». «En Catalunya trabajan en condiciones precarias, con gran dificultad para conciliar y sin poder promocionar. El sueldo es muy mejorable en residencias y centros sociosanitarios», explicó el martes Paola Galbany, presidenta del COIB.