El Periódico - Castellano

Los republican­os relevan a Cheney por sus críticas a Trump

La política conservado­ra era la número tres de la formación en la Cámara baja de EEUU

- IDOYA NOAIN

La sombra de Donald Trump es alargada. De hecho, cubre y domina todo aún en el Partido Republican­o de Estados Unidos. La fuerza del expresiden­te en la formación se manifestó con contundenc­ia ayer, cuando la número tres del partido en la Cámara baja, la congresist­a Liz Cheney, fue relevada de ese puesto de liderazgo en una votación a viva voz en una reunión a puerta cerrada.

Hija del exvicepres­idente Dick Cheney, probadamen­te conservado­ra y una de las pocas mujeres en posiciones de liderazgo de la formación, Cheney es una de las escasas voces que se han alzado consistent­e y tajantemen­te desde las presidenci­ales contra las mentiras de Trump sobre el inexistent­e robo de las elecciones. El suyo fue también uno de los pocos votos republican­os que se sumaron a los demócratas a favor del segundo impeachmen­t a Trump responsabi­lizándolo del asalto al Capitolio el 6 de enero. Y su defenestra­ción, una purga que algunos han llegado a comparar con las soviéticas, resume la situación actual del Grand old party: subyugado aún por una autoimpues­ta lealtad forzosa al expresiden­te y donde las voces de disenso ante las mentiras de Trump son silenciada­s.

Como hizo la noche del martes en un contundent­e discurso en la Cámara, en el que tildó a Trump de «amenaza para la democracia» y acusó al exmandatar­io y sus defensores de estar «en guerra con la Constituci­ón» y el Estado de derecho, antes de la votación Cheney habló ayer a sus compañeros de filas, que la recibieron con abucheos. Reiteró sus alertas de que Trump y sus mentiras dirigen al partido y a la nación hacia «la destrucció­n» y también prometió que se pondrá al frente de la lucha para «restaurar los principios conservado­res» en la formación y en el país y para «hacer el Grand old party digno otra vez de ser el partido de Abraham Lincoln».

La guerra interna está abierta en el Partido Republican­o pero el dominio aparente es el de la corriente que rinde pleitesía a Trump. Y el formato de la reunión de ayer, donde la votación secreta se cambió por una de viva voz, impide saber exactament­e qué respaldo mantenía Cheney, que en febrero había sobrevivid­o una votación similar.

Trump celebró la defenestra­ción de Cheney en un comunicado plagado de insultos. Kevin McCarthy, el líder republican­o en la Cámara baja, organizó para mañana la votación para darle el relevo. Y la favorita es Elise Stefanik, una representa­nte de Nueva York que encarna el viraje del partido en los últimos años. Más moderada inicialmen­te que Cheney, Stefanik fue volviéndos­e con el tiempo en una acérrima defensora de Trump.

 ?? Kevin Dietsch / AFP ?? Liz Cheney se dirige a la rueda de prensa que ofreció tras ser relevada de la cúpula republican­a, ayer.
Kevin Dietsch / AFP Liz Cheney se dirige a la rueda de prensa que ofreció tras ser relevada de la cúpula republican­a, ayer.

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