Un sencillo cambio de complemento
más organizadas y aspiraban a centralizar todo el poder posible. Querían controlarlo todo. Buena prueba de ello es que gracias al Concilio de Trento (1545-1563), los reyes tenían el derecho de nombrar a los obispos de las diócesis de su territorio. Esto hizo que en la zona de Catalunya comenzaran a llegar obispos procedentes de Castilla, y consigo sus costumbres, tradiciones y santos favoritos, como Isidro.
Isidro de Merlo Quintana había nacido en Madrid en 1080. Al igual que Galderic, también había sido un campesino muy creyente. Tanto que, en vez de trabajar, rezaba y, a cambio, los ángeles le hacían el trabajo. Al menos eso cuenta la leyenda. Su reputación de hombre virtuoso hizo que a partir del siglo XII los agricultores castellanos lo tuvieran en mucha estima y recurrían a él cuando necesitaban ayuda. Le atribuían el don de hacer llover, algo fundamental para el progreso de los cultivos.
Su santificación fue larga y enrevesada ya que se mezclaban datos reales y apócrifos. Finalmente, el Vaticano lo incorporó al santoral gracias a la implicación de algunas familias nobles castellanas y, utilizando vocabulario actual, se puede decir que se puso de moda en su tierra de origen.
Cuando después de la Guerra de Sucesión los Borbones llegaron al poder, impusieron su forma de gobernar los territorios. Fue entonces cuando en Catalunya se empezaron a sustituir definitivamente los santos autóctonos por los foráneos. San Isidro por san Galderic, la Virgen del Carmen por san Telmo y la Merced por santa Eulalia, que había sido símbolo de la resistencia de 1714.
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