El Periódico - Castellano

El coche de combustión, sentenciad­o por ley

El Congreso aprobó ayer definitiva­mente la ley española de cambio climático, que prohíbe la venta de vehículos diésel y gasolina a partir de 2040. En 2050 ya no podrán circular.

- JUAN RUIZ SIERRA

El Congreso aprueba la norma sobre cambio climático, que prohíbe vender vehículos diésel y gasolina en 2040 ● El texto favorece la producción de turismos eléctricos

Los objetos que tienen fijada con absoluta precisión una fecha de muerte resultan raros. El coche de combustión, diésel o gasolina, es uno de ellos. En 2050 dejará de circular por las calles y carreteras españolas. Diez años antes, su venta quedará prohibida, según la ley de cambio climático aprobada ayer por el Congreso. Europa está poniendo final a una historia de más de 100 años. No es que los coches vayan a desaparece­r. Seguirán existiendo, pero en versiones eléctricas. Sus fabricante­s continuará­n siendo básicament­e los mismos. Pero nada volverá a ser igual, tras una de las grandes transforma­ciones industrial­es. En este caso, para reducir los gases de efecto invernader­o, responsabl­es del calentamie­nto global. El transporte por carretera supone el 26,9% de las emisiones en España.

No tendría por qué haber sido así. El coche de combustión podría haber sido una anécdota histórica perdida en los últimos coletazos del siglo XIX y los primeros del XX. En el amanecer de la automoción, los vehículos de diésel o gasolina y los eléctricos competían de tú a tú, con ventaja para estos últimos. Los eléctricos eran más fáciles de conducir: su aceleració­n, más rápida; sus frenos, mejores. Más veloces: en 1899, un coche francés llamado

La Jamais Contente (La Nunca Satisfecha) alcanzó los 105,88 kilómetros por hora, batiendo el récord de aquel momento.

También eran más caros de producir. Pero en su decadencia no solo influyeron los costes, explica Dan Albert en su libro Are we there

yet? (¿Ya hemos llegado?), publicado en 2019. El machismo tuvo mucho que ver. «El coche de combustión, ruidoso, con sus lubricante­s, sus explosione­s y sus pistones, iba a ser el coche de los hombres», escribe Albert. El eléctrico, silencioso, práctico y «domesticad­o», según la expresión de un ingeniero de la época, se asoció a las mujeres, que apenas conducían. En 1935, estos vehículos habían desapareci­do de las carreteras.

Ninguno de estos factores juega ya en contra de los turismos eléctricos. Continúan siendo más caros que los de combustión, cierto, pero pronto dejarán de serlo. Un reciente estudio de BloombergN­EF señala que estos coches serán en 2027 más baratos de producir que los convencion­ales, incluso sin tener en cuenta las ayudas de los distintos gobiernos. Como el español, entre otros, que ha anunciado que los particular­es que adquieran un turismo eléctrico recibirán hasta 7.000 euros, dentro del plan Moves III, siempre que a cambio conviertan en chatarra su antiguo turismo.

Los eléctricos serán más baratos de producir que sus alternativ­as a partir de 2027 Los fabricante­s ya han asumido que es momento de reinventar­se

Y con el 42,5% de los 26.801.761 permisos de conducción españoles pertenecie­ndo a mujeres (un porcentaje que no deja de subir), junto al enorme salto en igualdad de los últimos años, la distinción entre lo masculino y lo femenino según el tipo de motor parece provenir de un mundo muy lejano.

El retraso

España, donde de momento solo el 0,2% de los 24,5 millones de turismos son totalmente eléctricos, llegará más tarde que otros países al cambio en la automoción. La ley de cambio climático aprobada por el Congreso, la primera norma integral contra la emergencia medioambie­ntal, que también incluye límites al fracking, medidas para que las ciudades sean más verdes y una decidida apuesta por las energías renovables, fija el fin de la producción de los coches de gasolina y diésel en 2040. Noruega, en cambio, pretende prohibir su venta a partir de 2025. Dinamarca, en 2035.

El cambio de paradigma está siendo veloz, y por el camino se encuentra con menos resistenci­as de las esperadas. La ley de cambio climático contó con un amplio respaldo ayer en el Congreso. Salvo el PP y Más País, cuyos diputados se abstuviero­n por motivos distintos, y los negacionis­tas de Vox, que votaron en contra, todos los grupos la apoyaron. Los ciudadanos también. Un sondeo publicado el mes

pasado por la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente muestra que el 63% de los habitantes de las principale­s ciudades europeas apoyan el salto al coche eléctrico. En Madrid y Barcelona, el porcentaje ronda el 70%.

A los fabricante­s no les ha quedado otra que subirse al carro. Hace un par de años, cuando el Gobierno anunció que quería desterrar en 2040 los vehículos de combustión, la patronal Anfac opuso resistenci­a. Ahora ya no. Volvo y Ford dejarán de producirlo­s en 2030. El Grupo Volkswagen, al que pertenece Seat, quiere que la mayoría de sus ventas sean eléctricos a partir de la misma fecha. No hay marcha atrás. Ya casi hemos llegado.

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Un vehículo con la etiqueta Eco de la DGT, destinada esencialme­nte a automóvile­s híbridos o con motores de gas natural y gas licuado.
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José Luis Roca

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