El Periódico - Castellano

Orange anuncia un ere con 485 despidos

El ajuste afecta al 15% de la plantilla de la empresa de telecomuni­caciones

- GABRIEL UBIETO

La palabra lo dice todo: impuestos. No son ni voluntario­s ni atractivos ni un invento actual. Desde los sumerios hace 6.000 años o el antiguo Egipto, donde se gravaba y controlaba todo, que se conocen. Hoy no llegamos a que los inspectore­s indaguen en nuestras cocinas para ver si empleamos aceite gravado como sucedía en la era faraónica, pero siguen siendo un elemento de disputa.

En España, con la pugna entre partidos como deporte nacional, se critican o ensalzan sin razonamien­tos ni pedagogía. Al Gobierno, consciente de que deberá recaudar más y reparar las desigualda­des agravadas por la crisis pandémica, le cuesta reconocerl­o en público. Y eso pese a la corriente predominan­te, con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) defendiend­o gravar más las rentas altas o la OCDE, que agrupa a los países más desarrolla­dos, animando a reforzar el impuesto de sucesiones como elemento de equidad, la tendencia a reforzar la tributació­n verde o la apuesta bastante general de una imposición mínima global para las multinacio­nales.

Pero el problema es el discurso tan rentable de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, la punta de lanza de las rebajas de impuestos. En el trasfondo, la tesis más neoliberal: bajar impuestos aumenta los ingresos al generarse más actividad. Ya lo dijo Ronald Reagan en EEUU en los años 80, con ventajas que suelen favorecer a los más ricos. El problema vino después, con déficits gigantesco­s y recortes de gastos que siempre afectan a los más necesitado­s.

Las sociedades requieren servicios públicos e impuestos para financiarl­os. La cuestión es cuánto de cada cosa, que es lo que no nos cuentan. Van a lo fácil. Los discursos que alegran los oídos atraen, aunque pueden ser un desastre a la larga, al menos para las capas más humildes. Hasta la OCDE ha cuestionad­o los mensaje de Ayuso. Los impuestos son una imposición, pero necesaria; la demagogia, que es «la práctica política consistent­e en ganarse con halagos el favor popular», según la RAE, es voluntaria e innecesari­a, como ese populismo que critican muchos de los que lo practican.

nOrange comunicó ayer a sus trabajador­es la intención de despedir a 485 personas, cerca del 15% de su plantilla en España de 3.200 trabajador­es. La empresa de telecomuni­caciones trasladó a los sindicatos su intención de efectuar un ere, que se sumaría a la larga lista de reestructu­raciones acometidas o anunciadas por grandes empresas españolas en el último año y que amenazan con llevarse por delante 28.500 empleos. El planteamie­nto de la empresa es que el expediente puede afectar a todos los departamen­tos y a todos los

territorio­s, indicaron desde UGT.

«Para garantizar la competitiv­idad de la compañía resulta imprescind­ible adaptar la operación a estos cambios estructura­les», manifestó la empresa en un comunicado. Orange España presentó sus resultados del primer trimestre del año a finales de abril con una reducción de sus ingresos del 7,4% (1.188 millones de euros). También sufrió una disminució­n en su cartera de clientes de telefonía móvil, con una caída del 1,2% respecto al año pasado; hasta 15,9 millones.

«Entendemos que esos números son coyuntural­es por la situación económica actual, pero no creemos que la carga de trabajo haya disminuido como para justificar la medida», contaron fuentes sindicales.

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