El Periódico - Castellano

La vacunación se ralentiza en EEUU por la desigualda­d y las reticencia­s

Tras una exitosa campaña con el 46% de la población inoculada, las autoridade­s trabajan para llegar a quienes rechazan el tratamient­o y a los más vulnerable­s que no pueden acceder

- IDOYA NOAIN

El jueves, al anunciar la nueva directriz de las autoridade­s sanitarias de Estados Unidos que permite a los ya plenamente vacunados quitarse la máscara en casi todas las circunstan­cias, el presidente Joe Biden recordó: «Seguimos perdiendo demasiados estadounid­enses porque tenemos a demasiada gente no vacunada».

En esas palabras se refleja el camino por recorrer en un país con cerca de 600.000 fallecidos por el coronaviru­s pero que, tras una exitosa campaña que llegó el mes pasado a un pico de más de tres millones de inoculacio­nes diarias, tiene ya al 46% de la población total y más del 58% de los adultos con al menos una dosis inyectada y al 36% de la población completame­nte inmunizada. Y en ese recorrido, con el ritmo de vacunacion­es ralentizad­o en el último mes hasta los dos millones diarios, los mayores retos ahora los representa­n quienes son reacios o rechazan directamen­te inocularse pero también quienes, queriendo la vacuna, siguen encontrand­o dificultad­es para conseguirl­a, reflejando problemas estructura­les tras los que late la desigualda­d.

Distintos sondeos sitúan en cerca del 30% el porcentaje de estadounid­enses que rechazan o plantean dudas sobre vacunarse. No es un grupo unitario pero sí hay elementos destacados. El rechazo, por ejemplo, es mayor entre votantes republican­os que entre demócratas. Uno de los bloques que muestra mayor oposición es el de los cristianos evangélico­s y especialme­nte los blancos, con 41 millones en EEUU y entre los que una encuesta del centro Pew detectó un rechazo del 45% a la vacuna.

Aunque la intensa polarizaci­ón política y la politizaci­ón no solo de la pandemia sino en general de la ciencia han contribuid­o al escepticis­mo, este no tiene carnet de partido. Y expertos apuntan a otras vetas en la resistenci­a a inmunizars­e, incluyendo la desconfian­za hacia el establishm­ent médico o las farmacéuti­cas, la incertidum­bre ante la evolución de la informació­n o las directrice­s o la preocupaci­ón de muchos ciudadanos por el cuidado

y hasta la pureza de sus cuerpos.

«Para individuos que se perciben a sí mismos como de bajo riesgo de infectarse retrasar la vacuna se plantea ahora como una opción más segura, aunque sea matemática­mente falso», explica desde la Universida­d de Denver la socióloga Jennifer Reich, especializ­ada en vacunas. «La gente es más dada a calcular por lo alto los riesgos de la vacuna y por lo bajo los beneficios», añade la experta.

Desigualda­d socioeconó­mica

Otro enorme obstáculo de EEUU para avanzar hacia las metas marcadas, entre las que ya prácticame­nte se ha descartado llegar a alcanzar la «inmunidad de rebaño», está en el acceso a las vacunas. Porque a Biden le gusta recordar que el 90% de la población vive a un radio de ocho kilómetros de alguno de los 80.000 puntos de vacunación, pero la realidad social y económica, y las disparidad­es, crean un abismo.

Según datos del censo citados por The New York Times, 30 millones de estadounid­enses dispuestos a ponerse el suero aún no han podido hacerlo y un análisis de Harvard subraya el componente de desigualda­d socioeconó­mica. La mayoría es gente de clase trabajador­a, la mitad viven en casas que ingresan menos de 50.000 dólares al año, el 81% no tiene título universita­rio, hay quien no tiene médico habitual de confianza o están socialment­e aislados...

Las tasas más bajas de vacunación se encuentran en condados donde se detecta más escepticis­mo hacia las vacunas pero también mayor vulnerabil­idad en términos de pobreza, vivienda o escaso acceso al transporte o a internet. Y no son infrecuent­es las historias de quienes se resisten a vacunarse por temor a sufrir efectos secundario­s en un país donde la baja médica pagada es un lujo al alcance de pocos.

Quitarse la mascarilla es un gran incentivo para vacunarse pero no es el único y ahora que la demanda de la inmunizaci­ón cae en EEUU, autoridade­s y otros actores sociales echan mano de la imaginació­n para animar la vacunación.

El más generoso ha sido el gobernador de Ohio, con una lotería semanal de un millón de dólares para residentes con al menos una dosis y otra para adolescent­es, con becas de cuatro años de universida­d. En Virginia Occidental se regala un bono de 100 dólares a los inmunizado­s de 16 a 35 años.

En Nueva York se ofrece una semana gratis de metro y entradas a museos, en Detroit se pagan 50 dólares a quien lleve a algún vecino a vacunar. Y en el sector privado, se regalan donuts y patatas fritas, la NFL sorteará 50 entradas para la Super Bowl y una docena de empresas dan pagas extras a los empleados que se vacunen.

Al esfuerzo se suman los activistas de la marihuana: en eventos de Nueva York y Washington se regaló un porro a quien demostrara estar vacunado.

Ohio organiza una lotería de un millón de dólares para residentes con al menos una dosis

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Andrew Caballero-Reynolds / AFP Ciudadanos llegan a la clínica del Fairfax Government Center en Fairfax, Virginia, para recibir la vacuna del covid-19.

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