El Periódico - Castellano

¿A quién pertenece el espacio público?

El Espai Vallparda, solar municipal en desuso en La Torrassa, al que un grupo de ciudadanos accedió para convertirl­o en huerto y espacio comunitari­o, genera rechazo en otro grupo de vecinos. Los contrarios al proyecto apuntan que llevan años negociando co

- HELENA LÓPEZ

Que era uno de los enclaves más densos de Europa, con una notoria falta de espacios verdes, era algo que todos sabían, pero que se hizo más evidente y asfixiante que nunca durante el confinamie­nto, momento en el que surgió la idea. ¿Por qué no crear un espacio verde y comunitari­o, un huerto urbano y punto de encuentro en la Torrassa? Un grupo de vecinos del barrio de L’Hospitalet, algunos padres con niños en edad escolar, pero no solo, se organizó para imaginar y abrir un espacio así, siguiendo la estela de lugares similares tanto en Barcelona –el referente más claro es Germanetes–, pero también en el mismo L’Hospitalet, como en Can Trinxet. Hablaron, se organizaro­n y encontraro­n el espacio que se antojaba ideal. Un solar municipal, soleado y en desuso desde hace una década entre las calles de Vallparda y Torns, al que entraron el 6 de febrero y que bautizaron como Espai Vallparda.

«Buscábamos un espacio en el que generar redes vecinales propias sin tutelas. Encontrarn­os y conocernos», resumen los impulsores. Con ese objetivo convocaban a la ciudadanía los sábados por la mañana para transforma­r aquel solar entre todos, con sus manos.

Pero no fue todo tan sencillo. Durante la primera jornada de trabajo para convertir aquel suelo en fértil, con la presencia de algunas decenas de personas, se acercaron muchos vecinos a felicitarl­es. Otros, en cambio, se mostraron molestos. Incluso más que eso. Vecinos de los bloques de justo enfrente les señalaron que llevaban años peleando para que ese solar dejara de estar en el olvido y se convirtier­a en una plaza, negociando con el ayuntamien­to cómo debía de ser, un proceso participat­ivo al que los primeros nunca fueron invitados. «No queremos imponer nuestro modelo, pero queremos ser escuchados y valorados en un proceso de participac­ión abierto y real», exponen desde el Espai, quienes sienten que el diálogo se hace muy difícil partiendo del hecho de que la demanda de los vecinos que se oponen al huerto es que se vayan.

Plaza con máquinas

Desde la plataforma vecinal contraria al proyecto comunitari­o temen que el hecho de que este quede abierto sea «un foco de conflicto y suciedad» y que el lugar se convierta «en un pipicán de día y un punto de botellón de noche». «Queremos que el ayuntamien­to ejecute ya el proyecto que hay, que es una plaza con máquinas para que las personas mayores hagan deporte, como ya teníamos acordado y hablado desde hace mucho tiempo, ya que dinero para hacer grandes jardines no tienen. No son maneras, entrar aquí sin preguntar a nadie», dice Ricardo Durán, quien advierte que la gente está muy exaltada. La vicepresid­enta de la asociación de vecinos del barrio, Roser Piñol, apunta dos problemas de fondo: la falta de espacio –que hace que cada palmo de tierra sea una disputa– y la falta de mecanismos de participac­ión. A ojos de Piñol, si hubiera habido un proceso participat­ivo abierto para decidir el uso de este solar entre todo el vecindario –no solo la plataforma y los miembros del Espai Vallparda, también el resto de ciudadanos que no pertenece a ninguno de los dos colectivos– no se abría llegado a esta situación. «Nosotros entendemos que los vecinos de la plataforma estén preocupado­s y quieran que se ejecute la plaza, pero también a los miembros del Espai Vallparda, que tienen ganas de hacer las cosas de otra manera y de abrir en el barrio otro tipo de espacios», afirma conciliado­ra Piñol, quien asegura que desde la asociación de vecinos tampoco fueron llamados a ningún proceso para decidir sobre el terreno en disputa.

En cuanto a esos otros vecinos a los que no suele preguntárs­eles nada, y que muchas veces son precisamen­te personas que hacen un uso intensivo de calles y plazas, según datos del anuario municipal de 2019, en La Torrassa hay 10.000 personas nacidas en Catalunya, 14.000 en el extranjero y 2.500 en el resto del Estado.

Escalada del conflicto

En medio del conflicto, un grupo de personas entró en el espacio a dañar el trabajo hecho y a arrancar lo que allí había plantado, algo que no hizo más que empeorar las cosas, y el ayuntamien­to ha instalado bloques de hormigón ocupando prácticame­nte toda la superficie, acción que los contrarios al proyecto celebran, ya que dificulta que este se siga desplegand­o. No obstante, algunos consideran que el el conflicto ha escalado todavía más, que va más allá de este rincón y no deja de ser un conflicto sobre el derecho a la ciudad.

Fuentes municipale­s aseguran que en todo momento han querido dialogar y que las obras de la futura plaza, que subrayan que se harán a petición de los vecinos de la zona, empezarán este mismo año. «Con el grupo de vecinos del entorno que hace tiempo que reivindica­ba la reconversi­ón del espacio hemos trabajado un proyecto que allanará el terreno, eliminando los desniveles, para colocar un suelo de sablón, plantar árboles y otros elementos de jardinería, aún por concretar con el vecindario», detalla la misma voz del consistori­o, que agrega que los vecinos también pidieron la instalació­n de una iluminació­n adecuada, bancos, aparatos de ejercicio, papeleras y una valla perimetral que permita limitar el horario de uso, este último, uno –otro– de los puntos de desencuent­ro. Desde el ayuntamien­to juzgan también que «muchas de las actividade­s propuestas por el Espai son compatible­s con la plaza planteada», algo que estos niegan, ya que son dos opciones que parten de planteamie­ntos distintos.

Desde el Espai piden una mediación externa y profesiona­l, ajena al conflicto, algo que desde la asociación de vecinos se ofrecen a buscar. Por ahora, han pintado los bloques de hormigón de colores. ▪

En el consistori­o consideran que las dos opciones para el espacio en disputa pueden llegar a ser compatible­s

Según un estudio de Empantalla­dos, el entretenim­iento digital de los menores ha aumentado considerab­lemente durante el tiempo que llevamos de pandemia. De lunes a viernes, los más pequeños utilizan sus dispositiv­os electrónic­os durante casi cuatro horas al día, un 76% más que antes del confinamie­nto. El fin de semana, la media es de cinco horas al día, lo que supone un aumento del 33%. Los expertos aseguran que esta tendencia va a seguir al alza.

El móvil se ha convertido en una extensión de nuestras manos, y las redes sociales e Internet, en el nuevo lugar favorito de nuestros hijos. Según otro estudio, en este caso de Qustodio, la presencia de los menores en redes sociales ha aumentado un 200%. Allí se relacionan, se entretiene­n, buscan informació­n… Por eso es tan importante enseñarles a hacer un uso responsabl­e de estos nuevos entornos digitales.

Los expertos lo tienen claro: no se trata de aislarlos, meterlos en una burbuja y prohibirle­s su uso. La tecnología forma parte de nuestro día a día, del de todos, también del suyo. La clave está en elaborar un menú digital equilibrad­o, evitando los atracones. Y, por supuesto, enseñarles a ellos a elaborarlo. Por tanto, nuestro papel, el de madres y padres, es fundamenta­l para que nuestros hijos hagan este uso inteligent­e y responsabl­e de la tecnología. Papel en el que no hay que perder de vista el ejemplo como herramient­a educativa fundamenta­l: esos buenos hábitos tecnológic­os los deben ver en nosotros.

El ejemplo y otras muchas claves para inculcar a nuestros hijos ese uso responsabl­e nos las darán esta noche el psicólogo y doctor en Educación Rafa Guerrero, la psiquiatra Marian Rojas Estapé, el psicólogo Santos Solano, el neuropsicó­logo José Ramón Gamo y la docente, bloguera y escritora María Lázaro.

► Los niños y niñas utilizan los dispositiv­os electrónic­os casi cuatro horas al día, un 76% más que antes del confinamie­nto

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Maria D’Oultremont / Jordi Otix El Espai Vallparda, a finales de abril, cuando se inició el proyecto.
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Bloques de hormigón en el solar municipal, el pasado martes.
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