El Sistema Internacional de Unidades
de medida se llama así) explican que el militar por un lado y el embajador español en París por otro tuvieron que negociar durante casi dos años para convencer a Francia de que aceptase participar. Ayudó que se celebrara en Breteuil y que la OIPM se estableciera en Sèvres.
Durante el encuentro, el comité acordó trabajar para decidir qué material se utilizaría para construir los prototipos, qué método de comparación se aplicaría entre los prototipos y otras copias, y qué medidas de conservación deberían adoptarse para asegurar mantenerlos en buen estado. Esto implicaba aspectos técnicos tales como calcular el coeficiente de dilatación del metro de platino o la calibración de los termómetros de mercurio que debería emplear el comité internacional para monitorizar la temperatura durante el proceso de revisión de los prototipos. Detalles que al común de los mortales pueden parecer exagerados pero que podían tener una incidencia directa a la hora de hacer cálculos y mediciones.
Lo cierto es que Ibáñez logró buena sintonía con los franceses y eso permitió llevar a cabo otros proyectos como unir las medidas geodésicas del norte de África con las de Europa. Una delegación gala trabajó desde Argelia y él desde el Mulhacén (Sierra Nevada). Aquel hito fue reconocido por todos. La Academia de Ciencias de París lo premió y la Reina Regente le concedió el título de marqués de Mulhacén.
Sin embargo, en los últimos años de su vida topó con la clase política por injerencias en la gestión del Instituto Cartográfico. Dimitió y se retiró a Niza, donde murió a los 66 años.
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