Jordi Soler
El ayuntamiento de la localidad del Baix Empordà facilita la creación de siete librerías en el pueblo para convertirse en una Vila del Llibre permanente.
El ayuntamiento promoverá la apertura de siete librerías con el objetivo de convertir el pueblo del Baix Empordà en un centro de atracción de lectores. Una iniciativa turística diferente que es bienvenida.
Montar una librería puede ser la forma de colocar un pueblo en el mapa, de convertirlo en un distintivo. En la década de los 70, Hayon-Wye, un pequeño pueblo de Gales, inventó el modelo por el que fue mundialmente conocido: un lugar donde en unos pocos metros cuadrados se multiplican las librerías y que atrae año tras año a los bibliófilos, los lectores y a aquellos que buscan un turismo diferente.
Hay, ya se sabe, fue el kilómetro cero de festivales literarios esparcidos por el mundo –en España,
en Segovia– y un gran faro de promoción editorial. Otros ejemplos son el pintoresco pueblecito francés de Montolieu, cerca de Carcasona, y la medieval Urueña, en Valladolid, que alardea de tener más librerías que bares.
Mirándose en esos ejemplos y aprovechando el auge librero que se ha desarrollado en plena pandemia, el Ayuntamiento de Calonge, en el Baix Empordà, ha hecho un llamamiento a libreros y emprendedores del mundo del libro para que establezcan su negocio en el pueblo como un modo de revitalizar el casco antiguo. La invitación no viene sola. El consistorio ofrece subvenciones e incentivos fiscales además de poner a disposición de los libreros siete locales singulares en el núcleo histórico con alquileres asequibles. La idea es «convertir a Calonge en la primera Vila del Llibre, es decir, Book Town [marca registrada turística], permanente en Catalunya», para revitalizar y diversificar la economía del municipio.
Los incentivos concretos son 10.000 euros para la adquisición de elementos de mobiliario, decoración y maquinaria, amén de ayudas de 6.000 euros más para la contratación de personal y subvención de hasta el 60%, con un máximo de 60.000 euros para la rehabilitación de los locales y una bonificación de un 90% en la tasa de licencia de actividades.
La idea es conectar estos negocios con las actividades culturales que ya se realizan en una zona que además del turismo estacional cuenta con el incentivo de la industria del vino y de la agricultura ecológica. El pueblo de más de 11.000 habitantes llega a contar con 100.000 visitantes en verano con más de 70 nacionalidades distintas. El ayuntamiento calcula tener un público potencial de un millón de personas –200.000 de ellos extranjeros– si se tiene en cuenta el área situada en un radio de 30 minutos en coche. Material hay de sobras. El tiempo dirá si Calonge pueda convertirse en el Hay catalán.