Intimidades del último panteón gitano
La obra está en la zona de panteones de Sant Pere y es un punto de referencia desde que hace unas semanas fue instalada allí
Susana Ruiz y Nuria Torres explican la gestación del conjunto escultórico que hicieron por encargo de la familia Pascua de Badalona para el panteón de Andrés Aguilera Pascua. El relato detallado del proceso es una rara oportunidad para comprender mejor el siempre fascinante arte funerario gitano.
Se llamaba Andrés, de primer apellido Aguilera y de segundo Pascua. Tenía 40 años, era gitano y falleció en marzo del año pasado por culpa de un cáncer. En la estatua levantada en el mausoleo que le ha dedicado su familia en el cementerio de Sant Pere, en Badalona, está sentado con los pies apoyados en una escalinata, relajado, haciendo un saludo con la mano que sus parientes dicen que era característico suyo, como si estuviera matando el tiempo en la calle y saludara a alguien que pasa por ahí.
Con la mano izquierda saluda y con la derecha sujeta el móvil, por el que dicen que sentía apego. A su lado hay una gorra, un paquete de cigarrillos y un mechero, y una Biblia abierta por una página que reza: «Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: ‘Jehová está contigo, varón esforzado y valiente’». Jueces, capítulo 6, versículo 12.
Todo lo descrito forma parte conjunto escultórico que Susana Ruiz y Nuria Torres hicieron a petición de la familia Pascua para «mantener siempre viva» la imagen de Andrés. «Para que nadie lo olvide nunca», dice Ruiz, citando el deseo de los familiares.
La obra está en la zona de panteones del cementerio y es un punto de referencia desde que hace unas semanas fue instalada. Junto a la estatua hay una botella de Ron Camarón metida en un cubo de metacrilato así como un juego de pesas (alzarlas era otra afición suya) que llevan un mensaje grabado en el interior: «Querido hermano, loco de mi corazón, que tu fuerza me acompañe eternamente». La estatua luce unas gafas de sol Ray-Ban que un primo le puso el día en que se inauguró el mausoleo, y una gorra que le perteneció en vida descansa junto a sus pies. Sobre la lápida – un luminoso cielo–, hay una corona que señala el estatus real que tenía entre los suyos. «Por lo que sabemos, él y su tía eran los que llevaban la familia», dice Torres.
No es el primer panteón gitano ni tampoco será el último. Ese no es el tema. El tema es cómo se hace un panteón gitano.
Realistas o hiperrealistas
Los mausoleos gitanos y sus estatuas realistas o hiperrealistas son parte del paisaje en muchos cementerios españoles. En Barcelona, una de las más famosas está en el cementerio de Sant Andreu y representa al conocido como Tío Cabullo, sentado y sujetando el ram calí –la vara gitana–. Cabullo, reza la inscripción en el panteón. También es muy conocida la de Antonio Román Heredia (El Pote cuando vivía, y también muerto) en el cementerio del Poblenou, una estatua blanca en una urna de cristal con una botella en la mano y unas gafas de sol colgadas del cuello de la camiseta.
«Tenemos sepulturas gitanas en Montjuïc, Poblenou, Sant Andreu, en casi todos los cementedel