Un líder de los colonos dispuesto a anexionar la Cisjordania ocupada
El candidato de la formación ultraderechista Yamina es un multimillonario hecho a sí mismo cuya mano de hierro en contra de los palestinos ha permeado todos sus discursos.
«Nuestra estrategia contra la escalada de violencia se asienta en dos pilares fundamentales: matar a los atacantes palestinos y destruir sus viviendas». Con estas palabras de 2015, Naftali Bennett, entonces ministro de Educación, ahondaba en el odio hacia los palestinos que lleva décadas profesando. El posible futuro primer ministro israelí es un convencido defensor de la necesidad de anexionar la Cisjordania ocupada. Líder de los colonos, su mano de hierro permea todos sus discursos.
Millonario hecho a sí mismo, Bennett es hijo de inmigrantes estadounidenses. Hace 49 años, nació en Haifa aunque pasó gran parte de su infancia en EEUU. Su acento delata sus días en Nueva York trabajando en el sector de la alta tecnología. Allí vendió su empresa de software antifraude, Cyota, por 145 millones de dólares en 2005. Eso explica su defensa a ultranza del liberalismo económico y su apoyo a la reducción de los impuestos y la burocracia.
Bennett se identifica con el movimiento colono tras presidir el Consejo Yesha que protege a los radicales judíos que viven en la Cisjordania ocupada. Insiste en que los territorios palestinos no están bajo ocupación porque «nunca hubo un Estado palestino aquí». Si accede al cargo, el líder de Yamina se convertirá en el primer ministro de la historia de Israel que viste kipá, la pequeña gorra que cubre parcialmente la cabeza. Aboga por una línea dura contra Irán, como su antiguo jefe.
Entre 2006 y 2008 fue el jefe de personal de Binyamin Netanyahu. Participó en tres de sus gobiernos como ministro de Servicios Religiosos, de Educación y de Defensa. Este último cargo lo abandonó hace apenas un año. Antiguo comando de las fuerzas especiales, Bennett nombró a su hijo mayor en honor al hermano de Netanyahu, Yoni, caído en combate en Uganda en 1976. Yoni es uno de los cuatro hijos que comparte con su esposa Gilaf, una chef repostera, en el suburbio de Raanana en Tel Aviv.
Camaleónico como pocos, Bennett aparca su religiosidad para respetar discretamente los derechos de los gais y mostrarse liberal en su planteamiento de la relación entre religión y Estado en un país secuestrado por los ultraortodoxos. El domingo, al anunciar su acuerdo con Lapid, insistió en que tanto la derecha como la izquierda tendrían que comprometerse en asuntos ideológicos. Sigue convencido del proyecto de anexión de los territorios ocupados. Si este gobierno variopinto se convierte en una realidad, tendrá que aparcar su sueño otra legislatura.
Fue el jefe de personal de ‘Bibi’ y ministro de Religión, Educación y Defensa en tres de sus ejecutivos