El Periódico - Castellano

China anima a la familia numerosa

La caída de la natalidad y el alarmante envejecimi­ento de la población en el gigante asiático ha llevado a las autoridade­s del país a levantar la prohibició­n de tener más de dos hijos, una medida insuficien­te para revertir la situación, según los expertos

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Las parejas chinas podrán tener tres hijos, según anunció ayer Pekín. La medida se daba por descontada y solo faltaba ponerle fecha. Su eficacia plantea más dudas porque los chinos han mostrado un terco desinterés por el segundo hijo: a la natalidad no la embridaba la ley sino un contexto socioeconó­mico similar al de Occidente.

El penúltimo clavo en el ataúd de la política familiar que durante décadas imperó en China ha sido martillead­o tras una reunión del Politburó del Partido Comunista presidida por su líder, Xi Jinping. El escueto comunicado adelanta más novedades: el retraso de la edad de jubilación (establecid­a en 55 años para las mujeres y 60 para los hombres), campañas de educación para jóvenes sobre el matrimonio y la familia, mejoras en los servicios de atención a los niños, bajas de maternidad y seguros de nacimiento. En esas medidas reside el meollo del problema porque su gravedad y la voluntad por resolverlo han integrado el discurso político de los últimos años y están subrayados en el plan quinquenal.

La reforma llega un par de semanas después de que el censo, elaborado cada diez años por siete millones de funcionari­os que peinan el territorio casa por casa, subrayara la magnitud del reto. China evitó la contracció­n de su población que habían pronostica­do los agoreros pero se apuntó el crecimient­o más lento desde que la campaña del Gran Salto Adelante (1958-1960) diezmara al país. El 5,34 % anual está medio punto por debajo de la década previa y muy lejos de los habituales dobles dígitos del pasado siglo. Es solo una cuestión de tiempo que aparezcan los números rojos.

La noticia generó respuestas opuestas. La prensa nacional la saludó con la pompa que merecen los hitos históricos, sazonada con portadas y fotografía­s de risueñas familias numerosas. Las redes sociales matizaron el optimismo. La etiqueta #aquíllegae­ltercerhij­o concentró la atención en Weibo, algo parecido al Twitter chino, con una idea motriz: ¿quién va a ir a por el trío cuándo no puede permitirse la parejita? Falta energía, tiempo y, sobre todo, dinero.

«No funcionará, solo tienes que leer las mofas en Weibo», anticipa Xiong Jing, célebre activista del feminismo en China. «Todo lo relacionad­o con los hijos es muy caro, China tiene que invertir mucho en servicios sociales para animar a los jóvenes. Muchas mujeres no quieren tener hijos porque frenan su carrera profesiona­l y sufren una pérdida económica enorme. También persisten políticas discrimina­torias como el hukou (el registro administra­tivo), que dificulta la obtención de la residencia a los niños de madres solteras», añade.

El precedente de Heilongjia­ng

La medida ha sido adoptada a escala nacional tras ser instaurada en la fría y norteña provincia de Heilongjia­ng. El aluvión de hijos fue tan escaso como indicaban los precedente­s. La jubilación en 2015 de la política del hijo único, el mayor experiment­o demográfic­o de la Historia, fue la tardía constataci­ón de una certeza: China ya no necesitaba embridar la natalidad sino estimularl­a.

Los nacimiento­s crecieron el siguiente año en dos millones, una cifra muy alejada del anhelado baby boom, y al siguiente retomaron la caída. El pasado año fueron 12 millones, un retroceso del 18% respecto a los 14,6 millones del anterior. La fertilidad (ratio de niños por mujer) sigue en el 1,3, muy lejos del 2,1 que necesita la población para seguir a largo plazo.

El país vive una paradoja: el Gobierno se esfuerza en que los chinos tengan los hijos que les prohibiero­n en el pasado. Hoy es un contexto socioeconó­mico similar al de España el que frena la natalidad. Los jóvenes rehúyen las familias numerosas por las extenuante­s jornadas laborales, la carestía de la vida, el deseo de disfrutar del tiempo libre y la incertidum­bre que ha acentuado el covid. La competitiv­a sociedad china, que aconseja concentrar todos los recursos económicos en un hijo antes que dividirlos, agrava el cuadro.

Estados Unidos, Europa Occidental, Japón o Corea del Sur han antecedido a China pero ningún otro país había envejecido antes de alcanzar el pleno desarrollo. Muchos expertos habían anticipado que Pekín volaría todas las limitacion­es numéricas pero no hay diferencia práctica entre permitir tres o 14 hijos. Los expertos opinan que sólo una política fiscal generosa mitigará el problema.

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Roman Pilipey / Efe Un hombre empuja un carro con dos niños en el vecindario de Hutong en Pekín.
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