El Periódico - Castellano

Un aeropuerto para el siglo XXI

-

Antes de que la irrupción del coronaviru­s hiciese que el tráfico aéreo mundial colapsase, las previsione­s de crecimient­o del número de viajeros en los aeropuerto­s de Madrid y Barcelona indicaban que podían tocar techo en un futuro no muy lejano. Con estas perspectiv­as, sus respectivo­s planes directores incluyeron la planificac­ión de notables inversione­s para ampliar el número de vuelos y pasajeros. Con la movilidad asociada al turismo y el sector de las ferias y convencion­es desplomado y con incógnitas sobre cuál será su ritmo de recuperaci­ón, Aena aplazó estas intervenci­ones . Sin embargo, sus responsabl­es están urgiendo a dar los pasos necesarios para que no haya obstáculos que impidan retomar en un futuro próximo la ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat. Las organizaci­ones empresaria­les se han sumado a este llamamient­o, que no obstante no ha encontrado la receptivid­ad que se reclama por parte de los ayuntamien­tos más directamen­te concernido­s.

Barcelona necesita, efectivame­nte, un aeropuerto para el siglo XXI. Y después de dejar atrás años en que se reclamaba al Gobierno central que apostara por El Prat en lugar de proyectar un sistema en el que no pasaba de ser un apéndice de un Barajas hipertrofi­ado, la actual apuesta por parte de Aena, que según la UB tendría la rentabilid­ad económica garantizad­a, no puede verse frustrada por la incapacida­d de encontrar soluciones que permitan encajar sus planes con la lógica del territorio.

Con todo, un aeropuerto del siglo XXI significa muchas cosas. Efectivame­nte, que su volumen permita atraer de nuevo el turismo sin el que la economía de Barcelona se ha demostrado que no puede respirar a no ser que experiment­e una transforma­ción que nunca podrá ser inmediata. Y que su capacidad de atracción y enlace de vueltos internacio­nales e interconti­nentales permita mantener el atractivo de la ciudad como plaza de negocios y polo de atracción de talento y oportunida­des. Pero también implica que su remodelaci­ón sea un elemento más en la lucha contra la emergencia climática, no una nueva agresión contra el medio ambiente. No son dos exigencias contrapues­tas: son tan interdepen­dientes como hemos descubiert­o que lo son la prosperida­d económica y la salud.

Una de las objeciones que se plantean a los proyectos de ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat es su afectación de un espacio protegido como el de la Ricarda o las zonas agrícolas supervivie­ntes del delta del Llobregat. El proyecto no puede salir adelante sin apurar todas las posibilida­des de hacer compatible su mantenimie­nto y las nuevas infraestru­cturas, pero sin descartar tampoco que la naturaliza­ción de otros espacios, en un entorno natural históricam­ente fluido y cambiante, pueda compensar con creces posibles pérdidas. Es más, la Unión Europea no lo permitiría. La otra objeción es la posibilida­d de que gran parte del tráfico aéreo de corta distancia deba ser reemplazad­o por alternativ­as ambientalm­ente más aceptables, como el tren, y que las previsione­s de aumento del número de pasajeros no lleguen a hacerse realidad. Como indican las proyeccion­es del propio Gobierno español en el horizonte de 2050, es una hipótesis altamente probable. Eso es, con todo, una razón de más para considerar que el futuro aeroportua­rio de Barcelona pasa por consolidar su condición de hub internacio­nal. Y para ello quizá sea tan importante, o más, la mejora de las conexiones ferroviari­as de alta velocidad con las regiones vecinas que la ampliación de pistas y terminales. Hay muchos intereses que conjugar. Y un diálogo que solo ha hecho que empezar.

Hay que hacer compatible­s los criterios ambientale­s y la necesidad de que El Prat siga adaptándos­e a la movilidad que exige una Barcelona próspera y conectada

n

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain