«Lamento la confusión»
Eran cerca de las once de la mañana del miércoles 26 de mayo. Allí estaba yo caminando por la placeta de Sant Miquel, llena de chicos que estaban en un descanso del instituto, cuando un cliente al que tengo por un buen amigo me llamó al móvil. Tanta confianza tengo con él que le respondí de forma muy coloquial, los años de trato tienen que valer de algo. En medio de la conversación me interrumpió
una persona, un hombre negro joven, alto y fuerte, que me comenzó a increpar llamándome escoria, gentuza y otros insultos peores asociados al racismo. Al principio pensé que era una persona con algún tipo de trastorno e intenté no hacerle
mucho caso, pero el hombre iba y venía, cada vez más tenso y enfadado, sin parar de insultar, hasta el punto de que no podía mantener una conversación coherente con mi cliente y decidí que debía colgar e intentar aclarar qué estaba pasando, porque fijándome en él parecía terriblemente enfadado pero no me daba la impresión de que estuviera trastornado; su apariencia era lo que podríamos considerar normal.
Pues ahí estaba yo diciéndole a mi cliente que más tarde le llamaría cuando el hombre me escupió en la misma cara, así, sin más. Hasta tal punto me quedé bloqueado que solo podía pensar dónde conseguir gel hidroalcohólico para ponerme en la cara y en las manos y evitar que me pudiera contagiar el covid mientras él se marchaba gritando.
Nunca he escrito una carta a ningún periódico, pero quería decirle a este hombre, o a quien le haya podido explicar la situación, que lo entiendo. Todo se ha vuelto tan terriblemente extremo que de verdad entiendo que pueda estar esta persona tan tensa como para explotar por una confusión, y digo confusión porque es la única explicación que encuentro, que confundiera mi conversación con mi cliente con un comentario dirigido a él. En todo caso, reitero que le entiendo y que lamento no haber podido aclarar con él la situación.
Qué triste que en 2021 una persona pueda creerse insultada por la calle por su color. Gracias.